Sunday, November 05, 2006

Cumpliendo Deseos

Ariadna es un hada en su primera misión. Como es sabido las hadas se dedican a cumplir deseos a aquellos que lo necesiten. Por eso Ariadna busca a un mortal que requiera de sus servicios.Es la primera vez que conoce el mundo de los humanos. Es bonito pero no se compara con el de las hadas. Allá hay dorados castillos sobre las nubes y las estrellas están al alcance de la mano; con ellas se fabrican los instrumentos mágicos con los que se harán realidad los sueños.El artefacto que ella utiliza es un medallón de zafiro con cadena de oro. Se lo regalo su madre cuando cumplió la edad suficiente para bajar al mundo y ser bienhechora de los mortales.La verdad es que hace cien años que Ariadna debió de haber empezado a hacer el bien, pero no se sentía segura de incursionar en este mundo desconocido para ella. Pero ahora sí que esta dispuesta a realizar su labor de hada.Después de dar un paseo de aclimatación nuestra amiga empieza a ver que la mayoría de la gente esta muy sería, seguramente no es feliz, así que tendrá mucho trabajo por hacer. ¿Pero por donde empezar?.Sobrevuela en estado de invisibilidad un barrio de pequeñas casas cuando escucha un llanto.— Creo que aquí me necesitan. — Ariadna desciende y entra por la ventana.Dentro de aquella casa esta una niña que llora desconsolada. El hada comienza a hacerse visible frente a la sollozante criatura. La jovencita se sorprende ante aquella fantástica aparición.— ¡Dios mío! ¿Quién es usted? — Inquiere la niña asombrada pero de todas formas triste.— Querida niña tus penas han terminado. Soy un hada y te cumpliré un deseo. — Anuncia Ariadna segura que con esa noticia la pequeña se contentara.— ¿De veraz cumplirás lo que te pida? — Por fin la chiquilla se ha alegrado.— Sí. ¿Qué es lo que deseas?— ¡Quiero encontrar a mi hermanita!— ¿Qué? ¿Encontrar a tu hermanita dices?Ella esperaba que le pidiera joyas, un bonito vestido, asistir a un baile, conocer a un príncipe etc. algo que pudiera cumplir.— ¿Qué le pasó a tu hermana? — Acierta a preguntar el hada.— Tiene días que no sabemos de ella.Ariadna pone atención en la descripción de la niña extraviada, tiene seis años, se llama Eva y es muy bonita. Entonces se le ocurre un plan. Como lo más seguro es que alguien la haya raptado, ella podría convertirse en niña y servir de señuelo para descubrir a los secuestradores y obligarlos a revelar el paradero de la niña.Pone pues en marcha su idea. Transformada en chica se interna en la calles. Camina durante un rato y recorre la ciudad. En su caminar llega hasta un barrio de lo más miserable.Ahí, mucha gente pide limosna.— Quisiera ayudar a estas pobres personas, pero ahora no puedo descubrirme , tendrá que ser después. — Piensa Ariadna conmovida de tanta miseria humana.— ¿Qué nadie piensa raptarme? — El hada empieza a desesperarse un poco.Ella no lo ha notado pero alguien la sigue desde retirado. Es una corpulenta mujer que de pronto corre y se avienta sobre ella cubriéndole la boca.— ¡Quieta chiquilla y no te pasará nada! — Amenaza la secuestradora.— ¡Por fin has aparecido! — Ariadna no esta asustada pues sabe que puede volver a ser hada y darle su merecido a esa malvada.Sin embargo al convertirse en niña le es difícil volver a tomar su real apariencia.— ¿Pero que tenemos aquí? — La despiadada mujer ha encontrado algo entre las ropas de Ariadna.— ¡Mi medallón no, así no podré usar mis poderes! — Ahora sí que esta espantada nuestra amiga.Sin su artefacto mágico Ariadna no podrá volver a ser hada y estará desprotegida.Así la ahora humana, es subida en una camioneta y llevada fuera de la ciudad. Su destino es una vieja casona fuera de la ciudad. Ahí se encuentra con otros infantes que han sufrido el mismo destino que ella.Todos los cautivos se encuentran cosiendo prendas de vestir. Y a Ariadna se le asigna un lugar entre las labores.— ¿Conocen a una niña llamada Eva? — Les pregunta a los chicos después de un rato.— Sí, es esa que esta ahí. — Responde un muchacho llamado Rubén quien señala hacía un rincón en el que esta una bella jovencita.— ¿Saben qué? Todos podemos salir de aquí si me ayudan.— ¿Pero adonde iríamos?— ¿Como qué adonde? ¡Pues a sus casas!— Nosotros no tenemos casa, somos huérfanos, vivimos en la calle y aquí por lo menos tenemos techo y comida.Ariadna no puede creer que aquellos niños no tengan algo mejor que esto.— Bien pues voy a tener que revelarles mi secreto, yo puedo resolver sus problemas pues soy un hada.— ¿Sí? Pues yo soy el señor arenero.— ¡Qué bueno, así entre los dos podremos hacer algo!— ¿No entiendes que me estoy burlando de ti tonta?— ¡Les digo la verdad, soy un hada!— Yo sí te creo. — Expresa la tierna Eva que se ha acercado y escuchado todo. — Por favor has que vuelva a mi casa.— Está bien nosotros también te creemos, eres un hada. ¿Ahora que tal si nos sacas de aquí y nos das mucha plata? — Ironiza Rubén.— No puedo hacerlo si no recupero antes mi medallón.— ¿Tu medallón?— Sí, el que me regalo mi mamá.— ¡Ah que ternura, a la hadita su mamá le regalo un medallón!— Así es y con ese medallón podré restaurar mis poderes mágicos.Con excepción de Eva ninguno de los niños cautivos ha tomado en serio a Ariadna.— Hey escúchenme chicos. — Rubén habla en susurro con los demás. — Esta claro que esta chica está bien loca, pero quizá ese medallón que dice que quiere recuperar es real, que tal si le ayudamos y luego nos lo quedamos. Algo nos podrían dar por él.— Esta bien hadita. ¿Cual es el plan? — Los chicos se dirigen a Ariadna.— Primero tienen que darme información sobre este lugar, por ejemplo: ¿Donde guarda la secuestradora las cosas de valor?— No creo que haya en este mugrero algo de que sea valioso, pero si lo hubiera doña Luisa (así se llama la secuestradora) seguramente lo metería en el baúl de su alcoba.— ¿Y esta mujer trae siempre consigo la llave?— Así es, pero nosotros somos expertos en forzar cerraduras.— ¿En que momento podríamos entrar a su habitación?— Podría ser esta noche, ya que doña Luisa tiene que salir hoy a entregar la mercancía que nosotros hacemos.— Bien, entonces aguardemos a que se haga de noche.— Espera, la cosa no es tan fácil; doña Luisa siempre que sale deja a un hombre llamado Jacobo para que cuide que no nos escapemos. Él se coloca en la puerta que da a la calle, desde ahí podría vernos cuando nos dirigiéramos hasta ese cuarto.— ¿Cual es la habitación de doña Luisa?— Es subiendo las escaleras la primera a mano derecha.Ariadna se pone a pensar un poco.— ¡Ya se! — Exclama al fin. — ¡Podríamos agacharnos y cubrirnos con el barandal!— Podría ser pero todas las noches nos encierran a todos en el cuarto que esta exactamente en la parte contraría de las escaleras, ahí no hay barandal para escondernos.— Tal vez lo podríamos distraer mientras nos ocultamos.— ¿Y como haríamos tal cosa?— Pues tenemos de aquí a la noche para pensar algo.Tal y como predijeron los niños, doña Luisa se prepara a salir. Jacobo lleva a los cautivos al cuarto. En aquel lugar no hay ventanas ni lamparas así que se encuentran en completa oscuridad.Entonces los chicos ponen en práctica su plan. Jacobo esta sentado frente a la salida según lo previsto. De pronto se escucha un fuerte gong.— ¿Qué sucede ahí? — Les grita Jacobo.Al no escuchar respuesta el tipo sube. Abre la puerta del cuarto pero por lo oscuro no puede ver nada. Enciende una pequeña lampara.— ¡Mocosos salgan! — No se escucha ningún ruido.Entonces el individuo se introduce en la habitación que parece estar vacía.— ¡No intenten nada o les pesará!La linterna que trae consigo ilumina la desolada habitación en la que aprisionan a los pequeños.— ¡Ya se en donde se esconden! — Exclama mientras se dirige al ropero, mueble que abre para encontrar ahí a los niños.— ¿Acaso creyeron que podían engañarme? — Pero al verlos nota que no están todos. — ¡Un momento aquí falta la chica nueva y el muchacho más grande!— ¡Aquí estamos! — Gritan Ariadna y Rubén que se encuentran arriba del ropero sosteniendo un enorme gong.Ambos se precipitan sobre Jacobo golpeándolo con el instrumento y dejándolo inconsciente. Con el guardián fuera de combate los chicos se dirigen al cuarto de doña Luisa.El cerrojo de la puerta no ofrece mucha resistencia para la barreta y las mañas de Rubén. Sin embargo el candado del baúl parece estar más duro. Pero con mucho esfuerzo y paciencia por fin cede.— ¡Busquemos mi medallón! — Indica Ariadna.Mientras tanto Jacobo se ha recuperado.— ¡Me la pagaran esos infelices! — El cómplice de la secuestradora esta bastante enojado.Ajenos a la amenaza que se cierne sobre ellos los muchachos siguen buscando el medallón de Ariadna.— ¡Aquí no hay nada, todo es pura basura! — Expresa Rubén completamente decepcionado.— ¿En qué otro lugar guarda doña Luisa sus cosas? — Inquiere la ex hada.— ¡En ningún otro lado lo que creo es que ese medallón es otra de tus fantasías! — Rubén esta enfadado con Ariadna.— ¡Ssshh!. ¡Escuchen eso! — Advierte la pequeña Eva!Es Jacobo que se ha dirigido a la puerta creyendo que los niños intentarían abrirla. Como ve que no ha sido así sube a la alcoba. Y como lo había imaginado la ventana esta abierta y las sabanas amarradas en forma de soga.Abajo ve a los chiquillos correr. Ariadna lleva de la mano a Eva.— Te regresare con tu hermana. — Le promete aunque no deja de preocuparse por su medallón.— En el establo hay un caballo en él podemos ir a la ciudad. — Sugiere Rubén.Rápidamente llegan al establo pero dentro encuentran a Luisa.— ¿Adonde van a esta hora niños? Pregunta la malvada mujer.— ¡A recibir un castigo supongo! — Es Jacobo que tridente en mano cubre cualquier escapatoria.— ¡Creo que podemos empezar contigo! — Luisa toma a Ariadna con una mano y con la otra sostiene un fuete.Los demás niños no pueden hacer nada. Pero la ex hada forcejea y la villana cae y ambas ruedan en el suelo.— ¡Me las pagaras chamaca del demonio!Entonces el medallón de Ariadna se resbala de entre las ropas de Luisa y la ex hada lo toma.Ariadna empieza a resplandecer con un brillo cegador. La secuestradora se le retira. Jacobo también queda atónito. Ariadna recupera luego su forma de hada. Así el fuete de Luisa se alarga y como si tuviera vida amarra a la malvada. Algo similar pasa con el tridente de Jacobo.Todos los niños la ven maravillados.— ¿Ven como no les mentí? — Hace notar a los pequeños.— ¡Yo siempre te creí cuando decías que eras un hada! — Afirma la pequeña Eva.— ¡No olvides que hicimos un trato!. — Le recuerda Rubén.— Es cierto. — Reconoce el hada.Ariadna los envuelve en una constelación de luces y después todos vuelan fuera de ahí. Los malos también vuelan pero a la cárcel.— ¡Que raro, pense que esta celda estaba vacía! — Es el carcelero que nota que los secuestradores están encerrados. — ¡Pero si son ustedes, que bueno que los atraparon!Ariadna y los niños descienden cerca de la ciudad.— ¿Complacidos? — Pregunta el hada.— ¡No, yo me refería a la plata! — Aclara Rubén.— ¡Esta bien, ahí la tienen!Una lluvia de monedas cae en ese instante y los pequeños se vuelven locos de alegría.En la casa de Eva, su hermana sigue triste preguntándose si la aparición del hada no sería sólo un sueño.— ¡Edea hermana, aquí estoy! — Es Eva que entra por la ventana junto con Ariadna.— ¡Eva, hermanita has regresado que felicidad!.— ¡Tu deseo se ha cumplido! — Recalca satisfactoriamente el hada.Durante su vuelo Ariadna puede ver la cara de alegría y de agradecimiento de las dos hermanas que la despiden.Desde ese día el hada Ariadna anda entre los mortales concediendo deseos a quien lo necesito. ¿Requerirías tú de sus servicios?

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