Thursday, November 22, 2012

Esa voz.


La primera vez, que escuché esa voz, fue en misa; yo era muy chico entonces y mis pies colgaban cuando nos sentábamos, y sólo veía el respaldo de enfrente al hincarnos; que manejable era yo entonces, nada que ver con el pilluelo que se dio tiempo después. Ah como añoro esos tiempos en que me traían de la mano para aquí y para allá.

Les decía pues que un domingo en la iglesia, una dulce voz se distinguió de entre las que cantábamos alabanzas, esa sí parecía ser de un ángel; hasta salí de entre las bancas, queriendo ver a la persona que interpretaba aquel canto, tan excepcionalmente; qué sorpresa  para mi familia que Quique se hubiese puesto tan  inquieto. Aún así me obstruía la vista la gente formada para comulgar, y yo que estaba cometiendo una falta, la primera que recuerdo; que terrible a los ojos de mi mamá, que dicen estaba angustiada, tanto que me siguió, atravesando incluso la columna de fieles. 

Ya los cantos se habían acabado y yo no di con la dueña de esa sonoridad, que me había cautivado; en vez de eso fui presa de la mano de mi progenitora que me asió con fuerza, lo cual era innecesario pues mi ímpetu se había ya apagado; no obstante se me mantuvo a resguardo en medio de mis dos padres, que temerosos de que volviera a inquietarme, no soltaron mis brazos durante toda la misa, salvo para persignarse. Y oí de nuevo esa maravillosa voz cuando los feligreses salían de la iglesia, pero me tenían bien agarrado y tampoco pude ver quien cantaba; así que me rendí esa vez y no hice más por averiguarlo.

La siguiente vez, que escuché tan fascinante voz, era ya un adolescente y estudiaba la secundaria; así uniformado y bien aseado tenía un espíritu rebelde, siempre tratando de conquistar chicas y hacer novillos. Así que nos fuimos un día en grupo al campo, ahí entre la siembra de maíz nos metíamos a ver qué conseguíamos con las muchachas; pero ellas sólo querían fumar, y es que veían a Resendiz sentado sobre la troje, haciendo volutas de humo, arte en el que nos ganaba a todos los varones. Así que ellas salieron a pedirle un cigarro y los otros dos chicos también, yo como me vi rezagado mejor me senté por ahí.

Entonces oí el canto de nuevo, era como una caricia; y la voz se acercaba, no era ya canto de iglesia sino “Esperanzas” a capela. Y cada vez se escuchaba menos distante, al otro lado del sembradío; como para encontrarme, cual si fuera yo un elegido de su encanto. Pero de pronto se dejó de oír, sólo había viento agitando las mazorcas.

Tan aguzados había puesto mis oídos, que me percataba hasta del zumbido de las abejas; fue entonces que se me ocurrió caminar en dirección de dónde provino la mágica sonoridad, y que entonces era el punto más silencioso; pues tras de mí se oían las risas de mis amigos, como deseaba que cesaran por no perderme otro extraordinario momento, único en mi corta vida. Me abrí pues paso en el plantío, esperanzado de que volviera esa hechizante voz.

Entonces el  ansiado sonido nuevamente cubrió el ambiente, todo un mundo de ruidos fue eclipsado por aquel que era sin igual; mientras yo ya corría deseoso de descubrir el misterio de la identidad de esa intérprete maravillosa, hasta las lágrimas se me estaban saliendo, como rara vez me ocurría, y hasta eso nunca lloraba por sentirme conmovido, tal vez lo haría por perder una pelea o sufrir una reprimenda, pero jamás por algo que me llegara tan fuerte al corazón; ni siquiera la vez que una de esas chicas me despreció, quizá porque ni ella ni ninguna otra de las que vinieron después fue en verdad mi primer amor ¿Acaso siempre estuve enamorado de aquella voz?

Apenas salí del maizal vi un coche alejarse y llevarse mi amada voz. Araceli llegó tras de mí y me encontró tumbado en la hierba, mucha historia nos esperaba a ambos, pero no ese día; tan desconsolado me sentía que no le presté oído; me hice el dormido pues su voz no era aquella.

Mil veces me he reclamado lo tonto de esa situación, ni siquiera estaba enamorado de una persona sino de un sonido; y me mataba la curiosidad de saber quién lo producía.

Pasaron muchos años para tener otra cita con mi querida voz. Para entonces era yo muy diligente y los arrebatos eran cosa del pasado, así que legendaria era la frialdad de mi trato, como lo metódico de mí actuar; siempre limpiaba mi restirador antes de irme, guardando cada lápiz y acomodando bien el cuaderno de modelos en el cajón a modo que no tapara otra cosa necesaria. Incluso regaba la planta del estudio, no quería que se secara como la anterior, además alguien tenía que hacerlo y ni modo que la del aseo pues ella se iba antes que yo.

Y el milagro ocurrió de nuevo, la voz de mis añoranzas hacía presencia; por voltear hasta moje la alfombra con la regadera. Muriendo de ansiedad note que “De mi enamórate” provenía del piso de arriba, al que había subido mil veces para ver como coloreaban los acetatos; así que pues ¿Por qué no ir una vez más? Vaya si el tiempo me había cambiado pues antes ni siquiera lo habría pensado, mis pasos estarían sobre esa escalera de caracol, claro que la diferencia era de segundos.

Porque subí. Y ya arriba me quedé tieso; no daba crédito a mis ojos. Se trataba de una niña de no más de quince años, estaba ella con unos guantes coloreando las micas mientras cantaba alegre; no podía pues ser la misma persona que cantó en aquellos tiempos, pero por Dios que era su voz. Luego yo ahí viéndola, pobrecilla se espantó, y no la culpó.

Fue cuando llegó la esposa del director, a la que la niña entonces llamó: “mamá”, y me dijo: “Enrique ¿Por qué sigue aquí?”. El pensar una excusa me hacía guardar silencio y con ello se volvía más rara la cosa, tenía que dejar mi metodismo a un lado y soltar la verdad así de penosa que era; les relaté entonces mi increíble historia, ambas de la perplejidad pasaron a la incertidumbre y finalmente a unas complacidas sonrisas.

Así sorpresivamente la mujer cantó y era la misma voz de la hija. Luego expresó que todo mundo, no sólo admiraba su manera de cantar, sino el extraordinario parecido que en ese aspecto madre e hija tenían.

Así que tal vez fue a la mujer grande a la que oí esa vez desde el plantío cuando mi adolescencia; sin embargo ella admite que nunca cantó en la iglesia referida, que tal vez haya sido su madre que vivía en mi misma localidad y que igual era dueña de una voz magnifica.

Así que fueron tres generaciones las que me causaron ese embrujo, resuelto el enigma pactamos que mantendríamos mi historia en secreto; desde entonces adoro subir a color pues tan pronto traspaso la puerta esa dulce voz me recibe y todavía me acompaña escalones abajo. Hasta han dejado de ser tediosas las idas a la oficina del director pues de vez en cuando, si está su mujer, también ahí el milagro se repite.

Thursday, July 12, 2012

Un hijo de cristiana y ateo rezaría así: "Vacunas nuestras que están en nuestros cuerpos, vénganos tus anticuerpos, danos hoy nuestra salud de cada día, dale poder a nuestras defensas como nosotros a nuestros cuerpos y a nuestras mentes, no nos dejes caer con sarampión ni ninguna otra enfermedad, Pasteur".

Saturday, October 22, 2011

Y sigue la mata dando.






Me siento muy ilusionado al escribir mi novela. Perdón si esto quizá pueda parecerles repetitivo; ya saben que este blog es para compartir todo lo relacionado a mi sueño de ser escritor, y siento que el reemprender tal anhelo es un suceso que hay que dejar asentado todas las veces que ocurra.
Varías ocasiones ya lo he anunciado y si por ello los aburro pido disculpas una vez más por mi terquedad, y les ruego que comprendan por qué es que esto significa tanto para mí.
Soy consciente de que el cuento se ha hecho largo, no el cuento que escribo sino éste que es más bien redactado por Murphy, eso sí yo soy el que lo protagonizo; agradezco entonces su paciencia a los que me leen, los considero los mejores amigos que un soñador pueda tener.

Saturday, May 14, 2011

Enamorada de un dios (fragmento).


Así se encuentra Endira. Cautivada por la apostura que muestra Gainnel en su estatua sagrada. El monumento parece de carne y hueso. De hecho eso es lo que la tradición propone, que todas las representaciones artísticas de los dioses son las mismas deidades vivas.

Pero ésta no deja de estar fría y dura como el mármol del que la hicieron. Pero aún así el amor de Endira es grande. Haría lo que fuera por el dios. Daría su vida por él. No obstante Gainnel se ve inmutable ante los sentimientos de la niña. No parece ser correspondida. Lo que la hace sentirse menospreciada. De poco valor para un dios. ¿Cómo pudo pensar que él se fijaría en ella?

Pero en su imaginación Gainnel sí la ama igual que ella. Un amor intenso como sólo un dios puede amar. Pero con nadie comparte este sentimiento ni estos pensamientos.

Y poco le importa que se considere aquello una blasfemia. Ella se excita con lo aventurados que son sus sueños. Por eso le gusta estar a solas con su advocación de Gainnel preferida.

Abrasándolo ya que él no lo hace. Imaginando que la cubre con su lluvia de oro. Que escucha su respirar agitado. Ella misma ha aprendido a estar tan quieta como él. Se ha vuelto una verdadera artista en ello. De tantas veces practicado.

Mientras está estática se imagina que lo ve moverse. Que cambiaron los papeles. Que Gainnel es el mortal y ella la diosa esculpida que veneran en ese templo de Guiroth. Pero la realidad es que solo parecen dos estatuas.

Endira querría serlo de verdad para estar toda la eternidad a su lado como los dioses de Rodan, templo al Este de Aenea. Si tan solo eso le concediera sería feliz. Cuan lejano ve entonces la realización de su amor.

De todos modos ella sigue acudiendo a su lado. Todas las tardes. Llega a su esplendido templo. Brincando bardas. Burlando guardias. Últimamente encontrando vacío el pedestal.

Entonces recorre el lugar buscando a su amado. Sintiendo que la vigilan a escondidas. Así llega a una bóveda. Que es cerrada tras ella. Está oscuro. Encuentra el interruptor de energía y al iluminarse el lugar ahí está su amado Gainnel.

Lo va a besar cuando es él quien se le adelanta. Se mueve. Ha perdido la palidez del mármol. Ahora no solo parece de carne sino que también se siente de carne. Así Endira ve cumplidas sus aspiraciones en un momento tan maravilloso como no pudo haber imaginado jamás.

Aún así duda si aquello no lo soñó también. Tan parecido a sus delirios. Pero nunca tan mágico. Lo irreal ahora parece ser lo que ha sido su mundo cotidiano, tan falto de sensaciones impactantes.

Entonces es buscada por los monjes del templo. La llevan a un lugar donde es bañada, perfumada y vestida con ropajes hermosos. Pareciera que el soberano de Aenea la quisiese como concubina.

Pero no, es el mismísimo Gainnel el que por el oráculo ha comunicado un destino especial para la joven. La dejan sola en un salón y entonces el dios se hace presente, y propone a Endira que sea su compañera por el tiempo en que ella viva. Así irá a vivir al palacio del que solo se han oído leyendas. Donde entre mil sirvientes gozará de todos los lujos, tan solo para que durante las noches compartan entre caricias sus cuerpos.

Endira está a punto de responder cuando Gainnel dice que regresará después, luego desaparece. La chica está embelesada. Desesperada también porque el dios vuelva. ¿Cuándo vendrá? No deja de preguntarse.

Pero los días pasan y nada. Presiente que algo malo está pasando. Que tal vez cambio de opinión. Sí, piensa ella, después de todo hay mujeres más bellas. Ni para que seguir esperando el regreso del dios.

Por lo menos, aunque haya sido por accidente, se fijó en ella. Le dio los instantes de placer más grandes que hubiese tenido cualquier otro mortal. Aunque tal vez no haya sido cierto.

Tal vez sus sentidos se confabularon con sus pensamientos. Dándole tal gozo a quien ardía de deseo. Proporcionándole vida al objeto de sus sueños. Dándole cariño a quien suspiraba por ello.

Parecía tan real que alguien así se interesara en ella. Todavía recuerda lo fuerte de sus latidos. Que aquella fue la única vez que se ha sentido viva. Por eso mejor mantiene la esperanza de que en efecto sí, sí fue todo real y de que Gainnel, su dulce dios, volverá.

Pero es tan desesperante que eso no ocurra pronto. Hasta los sueños son bromas crueles porque al despertar ve con tristeza que nada ha pasado. No obstante no puede dejar de imaginarse lo maravilloso que ese día será.

Hasta ha dejado de ir a la escuela. ¿Para qué estudiar si con un dios a su lado lo tendrá todo? Pero sus padres no aceptan su argumento y la encierran en su cuarto. Así desde su ventana espera a su Gainnel amado.

Lo sigue esperando. Rechazando los galanteos de cuanto pretendiente es atraído por su belleza. Embarcándose algunas veces recordando las historias de Gainnel en las que se aparece sobre los arrecifes.

Buceando también a ver si lo ve en las profundidades del mar. Es que su estatua ha desaparecido. Se le ha permitido buscarla en el templo pues los monjes todavía recuerdan que es ella la elegida. Pero no hay nada y tampoco nadie sabe su paradero, es como si alguien la hubiese robado. Así se ha quedado sin su Gainnel. Ahora sí está sola.

Entonces estalla la guerra. Una flota extranjera llega a puerto y desembarca sus tanques anfibios. El templo es uno de los principales lugares de asalto. Endira es llevada como botín.

En un submarino es llevada a la ciudad subacuatica de Vernela. Como mujer de templo queda en poder de los magos. Obligada a revelar conjuros formulas y hechizos. Pues la gente del templo son iniciados en los menesteres de la magia.

Pero Endira nada sabe de eso. Ni siquiera conoce las cosas más elementales. Como el idioma de los pájaros. Que se aprende en el primer año de escuela. Y que hasta es común contar chistes en esa forma de expresión.

En cambio aprendió el lenguaje de las mariposas. Lo cual no es de extrañar tratándose de alguien que está enamorada. Aunque también es indispensable para aduladores y mentirosos.

La chica les advierte que sí es maltratada se las verán con su dios. Que Gainnel vengara todo daño inflingido a su elegida. Les sugiere pues que la regresen a su hogar. Que se arrepientan de sus osadías.

La actitud desafiante de Endira es grande. Igual que su arrogancia. Pero de poco sirven ya que es encerrada en una celda fría. Entonces se siente abandonada por su dios. Olvidada al fin.

Siquiera que pudiera volver con los suyos. Segura bajo su techo y frente a un buen fuego. Pero esas pequeñas cosas que nunca valoró quizá no las vuelva a tener jamás. No hay justicia para una desamparada. Como añora ahora la libertad. Cabalgar. Guarecerse de la lluvia. Pisar el pasto. Tirarse entre las flores.

Pobre criatura que sufre sin tener culpa de nada. Que solo perseguías un anhelo. Que imaginabas que tu dios te hablaba. Que eras una elegida. Mírate ahora. Eres la reina de las cautivas.

Todavía espera a que la rescate su dios. Que la lleve al reino prometido. Que la haga feliz. Toda su vida se ha ido en desear y esperar. Su mundo no parece ser otra cosa que puros deseos. Como el de escapar de ahí. De abrir esos barrotes.

Inesperadamente los magos la sacan de la celda. Quieren saber más de esa propuesta que Gainnel le hizo. Demasiado interés muestran al respecto. Sobre todo por ser adoradores de Farleth, el enemigo de Gainnel.

El sacrificio de la elegida de un dios contrario al suyo resulta para ellos un acto de gran significado. Preparan pues a Endira para ello. Esperando que la deidad por ella amada sufra su perdida.

El flagelo consistirá en que ella desnuda sea sumergida en una pecera grande para que se ahogue a la vista de todos. Pero la pecera es rota antes de ser llenada, esto por la irrupción de un grupo de contraataque.

Infiltrados en Vernela un comando hace explotar bombas que amenazan el domo de protección de la ciudad. Los vernelanos aunque han mutado en una raza anfibia necesitan el oxigeno y no podrían soportar la presión de tal profundidad. Así que inician la evacuación. Los submarinos abandonan la hasta entonces soberbia construcción. Ahora en poder de los aenitas cuya ciudad tratan de doblegar.

Endira tras ser rescatada se une a la resistencia de su nación. Solo que no pueden acercarse porque el mar es dominado por los submarinos vernelanos. Se dedican mejor a hundir toda nave enemiga que encuentran a su paso.

Solo que en el combate naval los vernelanos son los amos. Es el submarino aenita el que es hundido. En trajes de buzo abandonan la nave. Pero no hay tierra cerca solo los submarinos enemigos.

Alzan su bandera blanca. Sin embargo son masacrados, sólo queda Endira que flota a la deriva. Despierta con la señal de que su oxigeno se le ha acabado y emerge para respirar.

Reconoce el lugar, ahí buceaba buscando a Gainnel. Sin duda la corriente la trajo, deja entonces que sea la corriente la que la lleve a la playa. Sin embargo no ocurre así. De nuevo todo está en contra de ella.

Que poco valgo, se dice. Nada parece poder hacer bien. Pero vamos, se dice, eres la elegida de Gainnel. No eres cualquier persona. No importa que estés sola en medio del mar.

El destino no está en tu contra, pues nada hay escrito. Anda nada, tú puedes, así muchacha. Es cansado pero gratificante. Allá está tu casa, ve hacía ella. Si te quieres no te darás por vencida.

Vamos eres un delfín. Si descansas lo harás para siempre. No te rindas mujer. Sirena te deberías de llamar. Mira como nadas. Ya vas llegando. Manotea con ganas.

Está por fin en la playa. El lugar está desierto. Por fin descansa. Llega después a la ciudad. Todo está destruido. Incluso el templo. Corre hacía su casa. La encuentra derruida.

No sabe que fue de sus padres. Pregunta a los que buscan que comer entre los escombros. Son sus vecinos. Le dicen que sus padres han muerto. Endira llora por la noticia.

Un hombre se le acerca y le dice que vaya al refugio antes que los invasores manden una patrulla a inspeccionar. Así nuevamente se une a la resistencia pero ahora sí en tierra.

Entonces se enteran que los vernelanos se han adentrado en tierra firme, grave error para ellos que son anfibios y necesitan del agua. La estrategia es atacar cuando esté más intenso el calor del sol.

Saturday, May 07, 2011

¿Por qué escribir para niños?


Esto me lo han preguntado mucho y siempre para contestar se me tienden a amontonar las palabras, hasta parecería que yo mismo estoy en mi contra pues me es más fácil enumerar los puntos negativos que esta situación plantea; es que ya bastante difícil es querer ser escritor, más complicado es querer ser autor de mis propias historias, así pues todo eso y además también dedicarme a la literatura infantil parece toda una locura. Sin embargo no me puedo imaginar haciendo otra cosa que no sea escribir, que las historias que escriba no sean mías y que estas historias no sean de las que leen los niños.

Es que cuando niño yo pensaba que las historias para mí debían ser Tom y Jerry o Winnie Poo, y entonces fue una sorpresa saber que las que me gustaban como La Guerra De Las Galaxias, Indiana Jones y El Hombre Araña, que creía que eran para adultos, eran precisamente infantiles; desde entonces nació mi deseo de hacer historias igual de interesantes.

Es que amo las historias sencillas, las que resumidas con un mínimo de palabras causen impacto, y que aún así toquen las fibras más profundas, pero que también remueven conceptos acerca de la vida, el mundo, las personas, etcétera. Es pues una visión infantil la que quiero mantener al escribir, sobre todo la capacidad de seguir jugando con las ideas; de perder ese respeto desmedido que nos han inculcado hacía las cosas, y sobre todo seguir imaginando.

Monday, May 02, 2011

Siguiendo con los devaneos.


Para finalizar estos desvaríos en torno a Recuerdos Del Ayer de Estudio Ghibli; que vaya si me ha impactado el aventurarme en el pensamiento del productor de este anime hasta encontrar buenos puntos de conciliación, además de lo que su belleza en imágenes propone, tanto que he estado regresando a ver los otros trabajos de este señor para estrenar la nueva visión que de estos tengo ahora, apreciándolos de nuevo como si de por sí no lo hubiera hecho antes.

Les decía pues en la entrada anterior que la clave que encontré para entender la filosofía de Miyazaki está en un diálogo que nos recuerda que el campo es creación del hombre y no de la naturaleza; pues así como los frutos, las verduras y hasta los animales que nos acompañan han sido modificados por la gente. Yo hasta hace poco creía que internándome en la selva encontraría plátanos como los que compramos en el mercado; ahora sé que hallaría cosas completamente incomibles, que me libre Tutatis de tener que ver a que saben; en cambio las bananas que llegan a mi mesa son bien ricas pues son el resultado de la selección que el hombre hizo de los ancestros de esta fruta. Así con tecnologías como ésta es que el campo es un medio fabricado, una adecuación de lo que la naturaleza otorgó; entonces el hombre recibe este regalo y lo aprecia al grado de agregarle sus conocimientos para que las cosas no se den en desorden y así los elementos prestados funcionan incluso mejor que como les toco en suerte.

Así que Miyazaki no es ningún retrograda pues él no está en contra del progreso sino de su desvío, de ahí que lo que está en crisis no sería el campo sino la ciudad y todo eso pues que sigue la ruta mal encaminada que don Hayao nos señala en esta historia; el reto pues sería volver al sistema del campo sólo que para ello tendríamos que reencontrarnos a nosotros mismos, revalorar el trabajo y poner a la par nuestras capacidades con nuestros sentimientos. En una palabra recobrar la tradición, pues ahora entiendo que ésta conjuga los aspectos humanos perdidos, que equilibra el respeto a la naturaleza y la obtención de recursos; y esta armonía con el entorno ocurre gracias al conocimiento empírico, de ahí que la relación haya de ser intuitiva y por tanto sensitiva. Es pues una manera de enlazar el exterior con nuestro interior.

Pues así terminamos este acercamiento a esta obra de arte, les agradezco su interés y su paciencia por mis delirios.

Wednesday, April 27, 2011

Más debraye.


Quiero seguir compartiendo las reflexiones que me ha provocado Recuerdos Del Ayer de estudio Ghibli. Confieso que si bien he respetado la ideología implícita en los filmes del señor Miyazaki está también como que ha contrastado con mi particular forma de pensar, él por ejemplo ha propuesto la tradición como algo de lo más significativo y yo en cambio sólo considero como buena a ésta y a todas las demás cosas en cuanto puedan servir al hombre; esto nada más para ilustrar la diferencia de conceptos pues no pretendo cuestionar al maestro nipón ni tampoco defender mi punto de vista, eso sí RDA me ha ayudado a entenderlo mejor e incluso reducir un poco la brecha para que concordemos y eso nunca me imaginé que ocurriría y miren que soy bien necio, tanto que estoy peleado con todos los filósofos pues pocos me han convencido; quizá porque ninguno me ha ofrecido sus ideas envueltas en tan hermoso y cuantioso arte como sólo lo puede hacer don Miyazaki.

Vamos pues a introducirnos en la obra mencionada, acompañando a la protagonista en este viaje; sólo les advierto que esta historia no da concesiones ni pretende llevarnos de la mano, aunque hay voz en off y diálogos estos sin embargo no tienen una línea narrativa ni muestran recursos dramáticos más allá de la exposición de sentimientos y de sueños ya sea en el presente en torno al campo o en los recuerdos de la protagonista; eso sí el filme está lleno de hermosas imágenes lo cual es una delicia.

Como les expliqué en mi anterior entrada la incógnita de porque la protagonista viaja al campo tan sólo para vivir la experiencia de ser una campesina fue lo que me llevó a analizar los recuerdos de esta chica, y no es que no compré de don Hayao eso de que sus personajes tengan grandes cualidades como en este caso la apreciación del campo y la naturaleza, es sólo que le quise dar mi propia interpretación, un tanto maliciosa pero pues recuerden que soy Pedro El Malo; sólo espero que don Miyazaki no se entere de mi atrevimiento, así que mejor esta vez trataré de apegarme a lo que Estudio Ghibli nos ha propuesto en ésta y en otras de sus películas. Nada más que pese a hacer a un lado mis malignas conjeturas es de resaltarse que de todos modos los recuerdos de la chica no son felices, esto no obstante no significa que no hayan sido experiencias valiosas pues como todas las heroínas de este estudio la de RDA demuestra tener una gran fuerza cuando era pequeña.

Así con todo y los reveces que confronta ella aprende a sobrellevarlos; incluso lo hace dándose ánimos cantando el tema de su caricatura favorita. Caray no quiero romper mi promesa de apegarme al contexto planteado pero siento que la niña perdió mucho de su individualidad a cambio de resistir a las fuerzas superiores (su familia) a las que siempre enfrentó como pudo; pero bueno no me hagan caso, recuerden que es el apego al mensaje implícito lo que nos hará hallar el que es intrínseco. Así que mejor sigamos el símil que la protagonista hace de ese período, el de la crisálida; entonces la niña se convierte en mujercita como en el presente la chica se está volviendo una mujer madura, dos elementos constantemente requeridos en los filmes del estudio.

Sin embargo tanta idealización del campo me perturba pues eso me parece medio retrograda, es por lo que pienso de tal territorio pues como comenté más arriba las cosas son buenas en cuanto sirvan al hombre e invalidado este fin aquello dejará de ser bueno; así entonces si el campo tiende a desaparecer no importa lo bueno que haya sido en el pasado sino que ahora se tendrán que buscar nuevas formas de obtener los beneficios que ese lugar nos daba.

Ahí es cuando el diálogo de uno de los personajes me hace recapacitar al respecto: “La gente cuando piensa en el campo lo hace creyendo que éste es obra de la naturaleza siendo que en realidad es creación del hombre”. Luego entonces Miyazaki no está en contra del progreso sino de la desviación que éste ha tenido para perjudicar al hombre en vez de ayudarlo, el campo es entonces un invento que se encuentra en armonía con la naturaleza, cosa que la ciudad no hace.

Concluiremos este acercamiento a esta gran obra producida por Miyazaki en la siguiente entrada.