Saturday, May 14, 2011

Enamorada de un dios (fragmento).


Así se encuentra Endira. Cautivada por la apostura que muestra Gainnel en su estatua sagrada. El monumento parece de carne y hueso. De hecho eso es lo que la tradición propone, que todas las representaciones artísticas de los dioses son las mismas deidades vivas.

Pero ésta no deja de estar fría y dura como el mármol del que la hicieron. Pero aún así el amor de Endira es grande. Haría lo que fuera por el dios. Daría su vida por él. No obstante Gainnel se ve inmutable ante los sentimientos de la niña. No parece ser correspondida. Lo que la hace sentirse menospreciada. De poco valor para un dios. ¿Cómo pudo pensar que él se fijaría en ella?

Pero en su imaginación Gainnel sí la ama igual que ella. Un amor intenso como sólo un dios puede amar. Pero con nadie comparte este sentimiento ni estos pensamientos.

Y poco le importa que se considere aquello una blasfemia. Ella se excita con lo aventurados que son sus sueños. Por eso le gusta estar a solas con su advocación de Gainnel preferida.

Abrasándolo ya que él no lo hace. Imaginando que la cubre con su lluvia de oro. Que escucha su respirar agitado. Ella misma ha aprendido a estar tan quieta como él. Se ha vuelto una verdadera artista en ello. De tantas veces practicado.

Mientras está estática se imagina que lo ve moverse. Que cambiaron los papeles. Que Gainnel es el mortal y ella la diosa esculpida que veneran en ese templo de Guiroth. Pero la realidad es que solo parecen dos estatuas.

Endira querría serlo de verdad para estar toda la eternidad a su lado como los dioses de Rodan, templo al Este de Aenea. Si tan solo eso le concediera sería feliz. Cuan lejano ve entonces la realización de su amor.

De todos modos ella sigue acudiendo a su lado. Todas las tardes. Llega a su esplendido templo. Brincando bardas. Burlando guardias. Últimamente encontrando vacío el pedestal.

Entonces recorre el lugar buscando a su amado. Sintiendo que la vigilan a escondidas. Así llega a una bóveda. Que es cerrada tras ella. Está oscuro. Encuentra el interruptor de energía y al iluminarse el lugar ahí está su amado Gainnel.

Lo va a besar cuando es él quien se le adelanta. Se mueve. Ha perdido la palidez del mármol. Ahora no solo parece de carne sino que también se siente de carne. Así Endira ve cumplidas sus aspiraciones en un momento tan maravilloso como no pudo haber imaginado jamás.

Aún así duda si aquello no lo soñó también. Tan parecido a sus delirios. Pero nunca tan mágico. Lo irreal ahora parece ser lo que ha sido su mundo cotidiano, tan falto de sensaciones impactantes.

Entonces es buscada por los monjes del templo. La llevan a un lugar donde es bañada, perfumada y vestida con ropajes hermosos. Pareciera que el soberano de Aenea la quisiese como concubina.

Pero no, es el mismísimo Gainnel el que por el oráculo ha comunicado un destino especial para la joven. La dejan sola en un salón y entonces el dios se hace presente, y propone a Endira que sea su compañera por el tiempo en que ella viva. Así irá a vivir al palacio del que solo se han oído leyendas. Donde entre mil sirvientes gozará de todos los lujos, tan solo para que durante las noches compartan entre caricias sus cuerpos.

Endira está a punto de responder cuando Gainnel dice que regresará después, luego desaparece. La chica está embelesada. Desesperada también porque el dios vuelva. ¿Cuándo vendrá? No deja de preguntarse.

Pero los días pasan y nada. Presiente que algo malo está pasando. Que tal vez cambio de opinión. Sí, piensa ella, después de todo hay mujeres más bellas. Ni para que seguir esperando el regreso del dios.

Por lo menos, aunque haya sido por accidente, se fijó en ella. Le dio los instantes de placer más grandes que hubiese tenido cualquier otro mortal. Aunque tal vez no haya sido cierto.

Tal vez sus sentidos se confabularon con sus pensamientos. Dándole tal gozo a quien ardía de deseo. Proporcionándole vida al objeto de sus sueños. Dándole cariño a quien suspiraba por ello.

Parecía tan real que alguien así se interesara en ella. Todavía recuerda lo fuerte de sus latidos. Que aquella fue la única vez que se ha sentido viva. Por eso mejor mantiene la esperanza de que en efecto sí, sí fue todo real y de que Gainnel, su dulce dios, volverá.

Pero es tan desesperante que eso no ocurra pronto. Hasta los sueños son bromas crueles porque al despertar ve con tristeza que nada ha pasado. No obstante no puede dejar de imaginarse lo maravilloso que ese día será.

Hasta ha dejado de ir a la escuela. ¿Para qué estudiar si con un dios a su lado lo tendrá todo? Pero sus padres no aceptan su argumento y la encierran en su cuarto. Así desde su ventana espera a su Gainnel amado.

Lo sigue esperando. Rechazando los galanteos de cuanto pretendiente es atraído por su belleza. Embarcándose algunas veces recordando las historias de Gainnel en las que se aparece sobre los arrecifes.

Buceando también a ver si lo ve en las profundidades del mar. Es que su estatua ha desaparecido. Se le ha permitido buscarla en el templo pues los monjes todavía recuerdan que es ella la elegida. Pero no hay nada y tampoco nadie sabe su paradero, es como si alguien la hubiese robado. Así se ha quedado sin su Gainnel. Ahora sí está sola.

Entonces estalla la guerra. Una flota extranjera llega a puerto y desembarca sus tanques anfibios. El templo es uno de los principales lugares de asalto. Endira es llevada como botín.

En un submarino es llevada a la ciudad subacuatica de Vernela. Como mujer de templo queda en poder de los magos. Obligada a revelar conjuros formulas y hechizos. Pues la gente del templo son iniciados en los menesteres de la magia.

Pero Endira nada sabe de eso. Ni siquiera conoce las cosas más elementales. Como el idioma de los pájaros. Que se aprende en el primer año de escuela. Y que hasta es común contar chistes en esa forma de expresión.

En cambio aprendió el lenguaje de las mariposas. Lo cual no es de extrañar tratándose de alguien que está enamorada. Aunque también es indispensable para aduladores y mentirosos.

La chica les advierte que sí es maltratada se las verán con su dios. Que Gainnel vengara todo daño inflingido a su elegida. Les sugiere pues que la regresen a su hogar. Que se arrepientan de sus osadías.

La actitud desafiante de Endira es grande. Igual que su arrogancia. Pero de poco sirven ya que es encerrada en una celda fría. Entonces se siente abandonada por su dios. Olvidada al fin.

Siquiera que pudiera volver con los suyos. Segura bajo su techo y frente a un buen fuego. Pero esas pequeñas cosas que nunca valoró quizá no las vuelva a tener jamás. No hay justicia para una desamparada. Como añora ahora la libertad. Cabalgar. Guarecerse de la lluvia. Pisar el pasto. Tirarse entre las flores.

Pobre criatura que sufre sin tener culpa de nada. Que solo perseguías un anhelo. Que imaginabas que tu dios te hablaba. Que eras una elegida. Mírate ahora. Eres la reina de las cautivas.

Todavía espera a que la rescate su dios. Que la lleve al reino prometido. Que la haga feliz. Toda su vida se ha ido en desear y esperar. Su mundo no parece ser otra cosa que puros deseos. Como el de escapar de ahí. De abrir esos barrotes.

Inesperadamente los magos la sacan de la celda. Quieren saber más de esa propuesta que Gainnel le hizo. Demasiado interés muestran al respecto. Sobre todo por ser adoradores de Farleth, el enemigo de Gainnel.

El sacrificio de la elegida de un dios contrario al suyo resulta para ellos un acto de gran significado. Preparan pues a Endira para ello. Esperando que la deidad por ella amada sufra su perdida.

El flagelo consistirá en que ella desnuda sea sumergida en una pecera grande para que se ahogue a la vista de todos. Pero la pecera es rota antes de ser llenada, esto por la irrupción de un grupo de contraataque.

Infiltrados en Vernela un comando hace explotar bombas que amenazan el domo de protección de la ciudad. Los vernelanos aunque han mutado en una raza anfibia necesitan el oxigeno y no podrían soportar la presión de tal profundidad. Así que inician la evacuación. Los submarinos abandonan la hasta entonces soberbia construcción. Ahora en poder de los aenitas cuya ciudad tratan de doblegar.

Endira tras ser rescatada se une a la resistencia de su nación. Solo que no pueden acercarse porque el mar es dominado por los submarinos vernelanos. Se dedican mejor a hundir toda nave enemiga que encuentran a su paso.

Solo que en el combate naval los vernelanos son los amos. Es el submarino aenita el que es hundido. En trajes de buzo abandonan la nave. Pero no hay tierra cerca solo los submarinos enemigos.

Alzan su bandera blanca. Sin embargo son masacrados, sólo queda Endira que flota a la deriva. Despierta con la señal de que su oxigeno se le ha acabado y emerge para respirar.

Reconoce el lugar, ahí buceaba buscando a Gainnel. Sin duda la corriente la trajo, deja entonces que sea la corriente la que la lleve a la playa. Sin embargo no ocurre así. De nuevo todo está en contra de ella.

Que poco valgo, se dice. Nada parece poder hacer bien. Pero vamos, se dice, eres la elegida de Gainnel. No eres cualquier persona. No importa que estés sola en medio del mar.

El destino no está en tu contra, pues nada hay escrito. Anda nada, tú puedes, así muchacha. Es cansado pero gratificante. Allá está tu casa, ve hacía ella. Si te quieres no te darás por vencida.

Vamos eres un delfín. Si descansas lo harás para siempre. No te rindas mujer. Sirena te deberías de llamar. Mira como nadas. Ya vas llegando. Manotea con ganas.

Está por fin en la playa. El lugar está desierto. Por fin descansa. Llega después a la ciudad. Todo está destruido. Incluso el templo. Corre hacía su casa. La encuentra derruida.

No sabe que fue de sus padres. Pregunta a los que buscan que comer entre los escombros. Son sus vecinos. Le dicen que sus padres han muerto. Endira llora por la noticia.

Un hombre se le acerca y le dice que vaya al refugio antes que los invasores manden una patrulla a inspeccionar. Así nuevamente se une a la resistencia pero ahora sí en tierra.

Entonces se enteran que los vernelanos se han adentrado en tierra firme, grave error para ellos que son anfibios y necesitan del agua. La estrategia es atacar cuando esté más intenso el calor del sol.

Saturday, May 07, 2011

¿Por qué escribir para niños?


Esto me lo han preguntado mucho y siempre para contestar se me tienden a amontonar las palabras, hasta parecería que yo mismo estoy en mi contra pues me es más fácil enumerar los puntos negativos que esta situación plantea; es que ya bastante difícil es querer ser escritor, más complicado es querer ser autor de mis propias historias, así pues todo eso y además también dedicarme a la literatura infantil parece toda una locura. Sin embargo no me puedo imaginar haciendo otra cosa que no sea escribir, que las historias que escriba no sean mías y que estas historias no sean de las que leen los niños.

Es que cuando niño yo pensaba que las historias para mí debían ser Tom y Jerry o Winnie Poo, y entonces fue una sorpresa saber que las que me gustaban como La Guerra De Las Galaxias, Indiana Jones y El Hombre Araña, que creía que eran para adultos, eran precisamente infantiles; desde entonces nació mi deseo de hacer historias igual de interesantes.

Es que amo las historias sencillas, las que resumidas con un mínimo de palabras causen impacto, y que aún así toquen las fibras más profundas, pero que también remueven conceptos acerca de la vida, el mundo, las personas, etcétera. Es pues una visión infantil la que quiero mantener al escribir, sobre todo la capacidad de seguir jugando con las ideas; de perder ese respeto desmedido que nos han inculcado hacía las cosas, y sobre todo seguir imaginando.

Monday, May 02, 2011

Siguiendo con los devaneos.


Para finalizar estos desvaríos en torno a Recuerdos Del Ayer de Estudio Ghibli; que vaya si me ha impactado el aventurarme en el pensamiento del productor de este anime hasta encontrar buenos puntos de conciliación, además de lo que su belleza en imágenes propone, tanto que he estado regresando a ver los otros trabajos de este señor para estrenar la nueva visión que de estos tengo ahora, apreciándolos de nuevo como si de por sí no lo hubiera hecho antes.

Les decía pues en la entrada anterior que la clave que encontré para entender la filosofía de Miyazaki está en un diálogo que nos recuerda que el campo es creación del hombre y no de la naturaleza; pues así como los frutos, las verduras y hasta los animales que nos acompañan han sido modificados por la gente. Yo hasta hace poco creía que internándome en la selva encontraría plátanos como los que compramos en el mercado; ahora sé que hallaría cosas completamente incomibles, que me libre Tutatis de tener que ver a que saben; en cambio las bananas que llegan a mi mesa son bien ricas pues son el resultado de la selección que el hombre hizo de los ancestros de esta fruta. Así con tecnologías como ésta es que el campo es un medio fabricado, una adecuación de lo que la naturaleza otorgó; entonces el hombre recibe este regalo y lo aprecia al grado de agregarle sus conocimientos para que las cosas no se den en desorden y así los elementos prestados funcionan incluso mejor que como les toco en suerte.

Así que Miyazaki no es ningún retrograda pues él no está en contra del progreso sino de su desvío, de ahí que lo que está en crisis no sería el campo sino la ciudad y todo eso pues que sigue la ruta mal encaminada que don Hayao nos señala en esta historia; el reto pues sería volver al sistema del campo sólo que para ello tendríamos que reencontrarnos a nosotros mismos, revalorar el trabajo y poner a la par nuestras capacidades con nuestros sentimientos. En una palabra recobrar la tradición, pues ahora entiendo que ésta conjuga los aspectos humanos perdidos, que equilibra el respeto a la naturaleza y la obtención de recursos; y esta armonía con el entorno ocurre gracias al conocimiento empírico, de ahí que la relación haya de ser intuitiva y por tanto sensitiva. Es pues una manera de enlazar el exterior con nuestro interior.

Pues así terminamos este acercamiento a esta obra de arte, les agradezco su interés y su paciencia por mis delirios.