Tuesday, March 25, 2008

Sin Cuentos



Ya ven que a mí me gusta contar como es que se me ocurren las historias y sobre esta colaboración que hice a Nick quiero contarles como fue que se gestó: La cosa empieza en la Feria Del Libro del Zócalo Capitálino donde en compañía del Colectivo Indi-C presentaba mi compendio de cuentos Cumpliendo Deseos y entonces el compañero Omar Estévez también conocido como Trucu se me acercó y me dijo que viendo que me gustaba escribir cuentos de hadas sería bueno que le escribiera un guión para Nick en esa temática; en eso quedamos y al día siguiente me llevó ejemplares de la revista, para entonces había empezado en hacer algo como Shrek o sea un universo donde los personajes de cuntos de hadas conocidos interactuaraan entrre sí, preguntándome como sería eso posible caí en la cuenta que todos son niños así que bien podían asistir a una escuela primaria, así que le propusé tal cosa a Trucu quien me pregunto que ¿De que podría tratar entonces? a lo que le dije que simple, que trasladaríamos las historias conocidas de estos personajes al escenario de la escuela que sería totalmente identificable para los pequeños lectores. Así Caperucita recibiría una canasta de su mamá pero no para llevárselo a su abuelita que vive dentro del bosque, sino como lonche para la escuela con el reclamo de ésta tierna y dulce niña de que prefiere dinero para gasta, luego vemos a Caperucita encontrándose con El Lobo que no quiere comérsela sino quitarle el lonche como cualquier niño gandalla, igual Ricitos De Oro sería una gandalla que haría lo propio con los Tres Ositos como se puede interpretar el cuento base.

Pedro.

Sunday, March 16, 2008

Capítulo XIV

David Donovan:

Nos encontrábamos dispuestos a desayunar cuando los niños bajaron. Esta vez la niña traía puesto un vestido con delantal semejante al que traía cuando los vimos por primera vez.

— Buenos días familia. — Dijo la niña y entonces se escucharon Las Valkyrias de Wagner y la jovencita sacó un celular –Bueno, sí este… estoy enferma y no podré ir a trabajar en varios días. No, no sé que tengo a penas hoy veré un médico. Adiós.

La niña se sirvió agua caliente en una taza y le agregó dos cucharadas de café soluble.

— ¿No crees que es mucho café? –Volvió Wendolyn a tratarla como si fuera realmente Daniela –Porque ahora tienes un cuerpo infantil y te volverías hiperactiva con la cafeína.

— ¿Quiere decir que el café la haría más parlanchina? –Preguntó el niño y ante la afirmación de mi esposa dijo –Creo que tu mamá tiene razón güera.

La niña retiró su taza y no tuvo objeción con la leche, aunque claro la auténtica Daniela tampoco despreciaría el lácteo.

Terminando de desayunar llevamos a los actorcillos a la Clínica Argel. Al detenernos la supuesta Daniela se quedo como petrificada ante el lugar. Tan pronto entramos volteó a vernos y nos dijo:

— ¿Otra vez aquí papá? ¡Hace diez años me trajeron a este maldito lugar!

Lo que dijo nos dejo estupefactos a Wendolyn y a mí. En ese preciso momento apareció el doctor Jiménez, los años no habían hecho ninguna mella en su rostro duro empotrado en ese cráneo calvo. Como la vez pasada traía consigo muchas jeringas.

Bueno hasta aquí llega lo que tengo escrito, en estos momentos me embarco en una nueva aventura con una nueva versión de esta historia, a ver ahora hasta donde llegamos.

Saturday, March 15, 2008

Mazinger y Gundam



Interrumpimos la transmisión de la novela para postear esta foto que me tiene impactado, es una estatua de Mazinger en Tarragona España, vamos ni siquiera en Japón; también posteo una de Gundam esa sí en Japón ¿Por qué estará acostado?


Seguimos con la programación habitual.

Friday, March 14, 2008

Capítulo XIII

Andrés:

Subimos de nuevo al cuarto de la güera. Yo estaba esperanzado de que todo eso fuera a terminar pero ella estaba un tanto pensativa. Al estar frente a la cama nuestras miradas se cruzaron.

— Este… Yo duermo bien en el suelo.—Le dije.

— Pues yo no creo que este mal así como…

— De veras estaré a gusto así.

La güera tomo uno de dos juegos de pijamas que supongo la sirvienta habría traído. Yo duermo más a gusto en cueros pero no quise despreciar la atención. Así ella entró a cambiarse al baño y pues yo lo hice ahí mismo.

— Andrés ¿Cómo te llevas con tus papás?

— Pues bien.

— Dices que te pegaban de niño.

— Pues sí pero también lo merecía.

— Sabes a mi nunca me tocaron pero no les tengo cariño.

— Pues yo sí los quiero.

— ¿Los ves mucho?

— Claro que sí, cómo que vivo con ellos.

— ¿Cómo, que no te has independizado?

— Bueno pues yo traigo el sustento a la casa y los mantengo de paso a ellos.

— ¿Y qué pasará cuando te cases?

— Pues me llevaré a mi vieja… este… a mi mujer a vivir con mis papás.

— ¿Y si ella no quisiera vivir con ellos, si quiere casa nada más para ustedes dos y sus hijos?

— Caray no había pensado en eso.

— Yo por ejemplo pienso que uno se independiza de los padres y hace su vida en otra parte.

— Mmmm. ¿Quieres decir que tú piensas formar un hogar fuera del de tus padres?

— Es que yo no pienso formar un hogar, eso no es para mí.

— ¿Cómo no te vas a casar?

— No. Ni casarme ni… bueno sí he pensado a veces tener una hija por inseminación pero eso sería una gran decisión.

— ¿O sea adoptarías una niña?

— No. Compraría esperma para fertilizarme a mí misma.

— ¿A poco se puede eso?

— Sí, muchas mujeres lo hacen.

— ¡Ah caray! Pues tú no tendrías necesidad de hacer eso.

— ¡Ay mira nada más! ¡No me vayas a salir con que te acomides a hacerme el favorcito porque te pongo un ojo morado!

— ¡No! Yo digo que pues mejor sería que hicieras las cosas como Dios manda, eres guapa y no faltará un hombre que además de darte un hijo te quiera. ¿Pues a poco no te sientes sola?

La güera guardo silencio por un rato, yo hasta pensé que ya no hablaría; sin embargo siempre sí dijo:

— Bueno ese no es el punto. Si yo decido tener una hija será para depositar en ella mi legado. Por eso nada más no como meta en la vida, mis metas serían otras por las que lucharía.

— ¿Mientras a tu hija quien la cuidaría?

— Pues su nana, así crecí yo.

— Pero tú ya no quieres estar con tu familia, así tú hija algún día se irá de tu lado y entonces te dejará sola.Silencio nuevamente hasta que.

— Buenas noches Andrés.

Thursday, March 13, 2008

Capítulo XII

Wendolyn Donovan:

Estábamos sentados David y yo en la mesa esperando que los niños bajaran. Al parecer mi marido ya tenía un plan y solo ultimaba los detalles en silencio. Pero de pronto me dijo:

— Ya está, llevaremos a estos impostores a la Clínica Argel.

— Sí sé cual es ¿Pero por qué ahí?

— Porqué ahí hacen lo que yo les digo incluso sin hacer preguntas. Así a estos niños les meterán un susto que los hará confesar todo el plan de Daniela.

En ese momento bajaron los niños. La niña traía puesto uno de los vestidos de Daniela y no pude evitar recordar cuando mi hija era de esa edad. ¿Cómo pasó el tiempo tan rápido?Me arrepiento de haberme perdido tantos años con ella. Pero teníamos una posición que recuperar. Los Donovan y los Keller fueron antaño de las familias más ricas pero ya nuestros abuelos, los de David y los míos empezaron a sufrir el declive en sus finanzas con los que toda la clase alta les dio la espalda.

Fue gracias al esfuerzo de David que ahora los Donovan Keller hemos vuelto a progresar económicamente, por eso en lo que David conseguía levantar nuestra economía yo me dediqué a reestablecer amistades y presentarnos de nuevo en sociedad. Pero mientras obteníamos dinero y prestigio perdíamos a Daniela.

— Hola familia ¿Qué hay de cenar?

— Estofado de conejo señorita.

— ¿Conejo? ¡Mamá ya sabes que soy vegetariana!

— Camila Traiga una ensalada por favor.

— ¿Entonces no te vas a comer eso?

— Es todo tuyo Andrés.

— Daniela— Le dije a la niña un tanto para seguir el juego y otro tanto porque hubiera querido expresar eso a mi verdadera hija—Si haz vuelto a ser niña ¿No crees que tu cuerpo requiera de las proteínas que consumías cuando tenías esa edad?

— Vaya te felicito, hasta que me das un buen argumento y no solo esgrimes tu autoridad materna contra uno de nuestros antagonismos; pero en cuanto a tu preocupación descuida sabré proveerme de todos los nutrientes que necesito mientras tenga este cuerpo sin necesidad de obtenerlos de la carne.

— ¡Por favor dejen de discutir y atiéndanme lo que les quiero decir!

—Pidió David mientras yo estaba más que asombrada con esa demostración de soberbia como la que Daniela misma hubiera manifestado.

-– Bueno pues la mejor manera de investigar que fue lo que les ocurrió es llevarlos a una clínica que yo mantengo, ahí serán discretos pues no queremos que ustedes sean vistos como fenómenos.

David decía esto y yo me preguntaba si de veras yo dudaba de la palabra de esta niña. No fuera que empezara a creer tan delirante farsa.

Wednesday, March 12, 2008

Capitulo XI

Daniela:

Hacía tiempo que no entraba a mi cuarto. Tenían esa habitación exactamente igual que cuando vivía ahí y sentía que era mero chantaje de su parte pues siempre me han pedido que regrese.

— Vamos si tus papás parecen “buenas gentes”— Comentó Andrés.

— Falta que los conozcas otro poco para que veas de lo que son capaces.

— Pues ni que fueran mafiosos.

— No lo serán pero sí hacen lo que sea para conseguir sus fines.

La verdad de las cosas es que estaba molesta de tener que depender de la ayuda de ellos. Me di un baño rápido y me puse una bata de las que todavía estaban guardadas en el closet. Andrés entró entonces a la ducha. En eso tocaron la puerta, era Camila que había conseguido ropa para Andrés.

— ¡Camila!

— M Me mandan con esta ropa.

La respuesta fría de Camila me hizo ver que no me reconocía. Tal vez no le dijeron mis papás o como los otros criados no creía que realmente fuese yo.

Tuesday, March 11, 2008

Capítulo X

David Donovan:

No podía creer lo que esa niña nos estaba contando. Que era nuestra hija Daniela y que había vuelto a ser una jovencita. Ciertamente el parecido era asombroso. No podía haber una criatura tan parecida a nuestro retoño. Pero también era increíble que realmente fuera ella.

Mientras la niña nos relataba el supuesto secuestro del que habían sido objetos por el ovni el niño hurgaba en el frigobar. Saco tres cervezas de las importadas, me aventó una a mí, otra a la supuesta Daniela, otra la destapó él y le preguntó a Wendolyn que quería y ella pidió una margarita de las ya preparadas.

Yo les arrebaté las bebidas a los niños, las guarde junto con la que me dio y solo le deje a mi mujer la suya.

— Pues su historia es bastante extraña.

— Pero te puedo demostrar papá que sí soy yo.

— A ver si realmente eres Daniela —Preguntó Wendolyn — ¿Me puedes decir como se llamaba el french poodle que teníamos?

— Esa está fácil, tuvimos cuatro y les puse como las Tortugas Ninjas: Miguel Ángel, Leonardo, Dónatelo y… bueno los tres primeros fueron contemporáneos pero el cuarto no y a ese le puse Jeff por el actor de Parque Jurásico.

— Bueno eso hasta el veterinario lo sabía pero a ver ¿Cuál es tu libro favorito?

— Esa pregunta es con trampa pues si te digo que era “El Arte De La Guerra” estoy segura que nunca te enteraste de eso; pero sé cual te gustaría oírme decir que fue mi libro favorito tan solo porque tú me lo regalaste: “Los viajes de Sissi” y créeme que estaba tan soso que nunca lo terminé de leer.

— ¡Siempre has de hacerme sentir mal, hasta porque quise que disfrutaras ese libro que a mi me pareció bonito!

— Bueno eso prueba que sí soy Daniela.

— Bueno pues nos has convencido. —Externé. — Luego vemos como poder ayudarlos, por ahora será mejor que se aseen, vayan al cuarto de Daniela, quiero decir a tu cuarto hija, en media hora mando a Camila con ropa para el joven y los esperamos para la cena.

Una vez que se marcharon Wendolyn se me acercó y dijo:

— ¿A poco vas a creer esa fantástica historia?

— Desde luego que no pero es mejor fingir para ver que traman.

— ¿Qué crees que esté pasando aquí?

— Lo único que se me ocurre es que esos niños son unos actores pagados por Daniela que tal vez necesita dinero y por orgullo no se atreve a pedírnoslo, entonces arma esta comedia.

— ¡Pero la niña! ¿Viste el parecido y la manera de comportarse? ¡Dios, si parecía que era Daniela misma!

— Pues hay que reconocer que es buena, también el chico se porta con una frescura de truhán mayor; si por eso he aceptado su teatrito nada más para ver hasta donde llegan.

Monday, March 10, 2008

Capítulo IX

Andrés:

Bajamos del autobús y nos metimos en una calle de puras casas ricas. La güera venía indicando el camino.

— Es todo derecho y luego subimos.

— Perfecto.

Hubo un silencio y luego:

— Este… Andrés. Creo que pasamos por una catarsis.

— ¿Qué eso fue lo que nos encogió?

— No. Quiero decir que nos desahogamos de lo que traíamos guardado y no fue para menos pues lo que nos ha pasado, el volvernos niños, es algo que nos rebasa en todos los aspectos.

— Pues eso sí, pero descuida no volveré a reclamarte nada ni a juzgar tu forma de ser.

— Si no te estoy diciendo que te calles si tienes alguna inconformidad, por el contrario digo que está bien que hayamos externado lo que no nos parece o nos afecta del otro, sirvió para conocernos un poco más.

— ¿Entonces no te molestó que te haya dicho presumida y niña malcriada?

— Bueno sí, en el momento que lo dijiste sí, pero pues reconozco que tienes algo de razón, sí presumo a veces y tal vez sí me malcriaron de chica, mis sirvientes me trataban como una princesa por ser hija de los patrones y bueno eso ha de haber dejado secuelas.

— Pero pues yo estaba enojado, tal vez por esto de ser otra vez escuincle, y por eso tuve el atrevimiento de decirte todo eso pero no creo que haya estado bien porque pues cada quien.

— Mira Andrés, si algo admiro de los de tu estrato social es lo honestos y francos que son, no son como los de mi clase, afortunadamente, donde abundan los hipócritas y los mentirosos; si vamos a salir de esto juntos tenemos que confiar uno en el otro, para ello debemos de tener abierto un puente de comunicación, hablar con la verdad, respetarnos que no es lo mismo que pasar por alto los desacuerdos sino que más bien no debemos de querer cambiar la manera de ser del otro. Ser objetivos, razonables y productivos o sea…

Ya eran demasiados términos e ideas que no entendía. Además como que no estaba de acuerdo en eso de contar lo que no nos cuadrara del otro pues ¿Uno que derecho tiene? Y en cuanto a decir lo que uno siente, como que hay cosas que es mejor disimularlas porque al sacarlas es como estarle echando sal a las heridas. Siempre es mejor hacer de cuenta que uno no tiene nada y así como que tampoco uno siente nada.

Ella siguió con su palabrería a la Miguel Ángel Cornejo todo el camino hasta que gracias a Dios llegamos a una reja.

— ¡Aquí es la casa donde crecí! Voy a tocar el timbre.

— ¿Así nomás? ¿No tienes ningún plan por si no te reconocen?

— Será más fácil convencer a los sirvientes ya que de niña traté más con ellos y tenemos un vínculo especial.

Entonces un hombre vestido de mayordomo entre abrió la reja.

— ¿Sí niños en que les puedo servir?

— ¡Gaspar qué gusto verte! ¡Soy yo Daniela, te parecerá extraño pero créeme soy yo! Déjanos pasar y te contaremos todo.

— ¡Niña Daniela! ¡Pero si está irreconocible por Dios! ¿Cómo le hizo para que le creciera el cabello? — Para entonces hasta yo comprendí que era purítito sarcasmo. — ¡Lárguense de aquí que no estamos para tolerar bromas!

Dicho eso cerró la reja y se fue. La güera se quedo aferrada a los barrotes con una cara de “No me trajeron nada los reyes” que pensé que se pondría a llorar pero no fue así.

— Tenemos que entrar, ya adentro tendrán que escucharnos hasta que nos crean.

— ¿Pero como le hacemos para meternos?

— No olvides que aquí viví casi toda mi vida.

La seguí, era inevitable pues me llevaba de la mano. Así llegamos a un árbol junto a la casa.

— Subamos por aquí.

— ¿Y qué hay de tus mareos?

— Descuida esta vez no me afectaran.

Diciendo eso tomo una hoja del árbol y la olió.

— Lista, ya podemos subir.

Subimos y era cierto ya no le afectó la subida, como si la hoja que olió fuera mágica. Lo malo fue que del otro lado no había árbol y estaba bastante alto.

— ¿Ahora cómo le hacemos?

— Es lo que estoy pensando.

— ¿Cómo? ¡Creí que habías sugerido este método porque ya lo habías practicado!

— ¿Cómo crees que antes iba yo a meterme así a mi casa? Trepé árboles eso sí cuando vi lo efectivas que eran las hojas. Pero espera se me ocurre algo, sígueme.

La seguí hasta la punta del árbol que empezó a ladearse hacía adentro de la casa, sin embargo seguíamos estando a bastante altura. Luego la güera se colgó de rama en rama hasta llegar a la más larga que la hacía llegar más bajo. Pues a seguir el ejemplo.

Ya adentro no tardaron en aparecer los criados, el de la reja con un gancho para limpiar alfombras, un cocinero con delantal y rodillo, y un jardinero con un palo de cerca, no parecían estar dispuestos a platicar.

— ¡Gaspar, Toribio, Melquíades! ¡Soy yo Daniela!

— ¡Mejor córrele güera que no te van a oír!

Corrimos, ella me indicó que nos subiéramos a un árbol que tenía una casita arriba. Sin embargo los criados también empezaron a trepar. La casita se había convertido en una trampa mortal lo cual indicaba que la güera no tenía tan buenas ideas después de todo.

— Pues sí que son finas personas tus criados.

— Es que no me reconocen.

Se dirigió a la ventana contraría al lado donde subían los criados y encontró un laso que me indicó que jaláramos.

— Este cable nos permitirá deslizarnos.

— ¿Está aquí desde que jugabas con él cuando eras niña?

— Está desde antes que mi papá comprara esta residencia con la casita en el árbol.

Nos metimos en una llanta con un grueso gancho arriba por donde pasaba el lazo. El extremo lo amarramos bien en una rama del árbol y nos deslizamos. Solo que los años habían ya podrido la gruesa reata y nos dimos un caidazo que en parte amortiguó la llanta pero de todos modos estuvo feo, hasta los criados sintieron gacho. Eso sí ni la güera ni yo lloramos.

En eso llegó una pareja madura, el hombre al ver que ahí estábamos tirados en el suelo y metidos en una llanta mientras los criados andaban subidos en el árbol bueno pues viendo todo eso preguntó.

— ¿Qué demonios está pasando aquí?

La güera volteó a verlo y dijo.

— ¡Papá!

Luego caminó lentamente hasta el hombre y terminó abrazándolo. Ahora pienso que como que estuvo un tanto rara la forma de actuar de ella. Pues si bien se entiende que haya acudido a su padre y lo haya abrazado pero pues yo digo que eso se hace luego luego en una forma más espontánea.

Como sea sirvió para que nos metiéramos a la casa. Ambos estábamos bien mugrosos sobre todo por la llanta. La güera como era buena para los discursos y además conocía a su familia fue la que contó todo, bueno por lo menos hasta donde nos acordábamos.

Saturday, March 08, 2008

Capitulo VIII

Daniela:

No se cuanto tiempo estuvimos así. En un momento dado volteé y lo vi. El giró también al sentir el movimiento. Quise pararme pero no calculé lo cortas que estaban mis extremidades y terminé dando una marometa.

Él solo se recostó en el pasto y se me quedo viendo. Tenía yo que decir algo y no saber como empezar me hizo actuar compulsivamente. Metí la mano en el bolsillo del saco y extraje mi cajetilla de cigarros, el encendedor estaba dentro de la misma y prendí uno, el humo me irritó la garganta como si nunca antes hubiera fumado.

— ¡Cof cof!—Tosí y mejor lo apagué, luego por fin hablé. – N No sé lo que nos ocurrió, solo sé pues que estamos juntos en esto; sí como dos refugiados en una catástrofe. Lo que quiero decir es que pues tenemos que ayudarnos y para ello creo que lo mejor es conocernos. Bien, mi nombre es Daniela Donovan.

— Mucho gusto, yo soy Andrés Medina para servir a Dios y a usted.

— Mucho gusto Andrés, puedes hablarme de tú.

— Está bien Daniela.

— Pues verás ya te dije que mis papás son ricos, ellos pueden pagar los mejores médicos para que busquen como curarnos de esto.

— Entonces hable… Qué diga háblales por el celular.

— No es tan fácil, una cosa como ésta hay que explicarla en persona, y luego puede que no me crean que soy yo. Así que mejor vamos a su casa y en el camino pienso que decirles.

— Vamos pues, solo que no creo que en este camino pueda jalar mi taxi.

— Entonces hay que salir de aquí escalando y luego vemos como vamos a casa de mis padres.

— ¿Entonces aquí dejo mi taxi?

— Me temo que sí.

No quise prometerle que le compraría un taxi cuando nos curáramos por no ofenderlo de nuevo. Aunque quien sabe, estaba tan confundido y agobiado que quizá habría aceptado, después de todo consintió lo de la ayuda de mis padres aunque viéndolo bien ¿Qué le quedaba?

Recuperé mi bolso y escalamos hacía la carretera. Tuve que quitarme los zapatos pues no podía caminar con ellos y menos trepar. Los guarde en los bolsillos del saco.

— No está bien esto de volver a ser niña. ¿Qué hay de mi trabajo y mis proyectos?

— Y yo tengo que buscar novia.

— Vaya parece que las hormonas te circulan bien a pesar de ser ahora un niño.

— Si no es por ahí la cosa, yo quiero formar una familia y por eso decía lo de la novia ya que por algo se empieza; solo que así como estoy ¿Pues cómo?

— ¡Ay! ¡Ay!—Me vino entonces uno de esos mareos que no sentía desde niña. – ¡Hojas, necesito hojas!

Andrés me agarró y me sostuvo con un brazo mientras que con el otro escalaba. Al parecer al recobrar mi antiguo cuerpo también reanudé ese malestar que creí superado. Tuve miedo que todas mis otras enfermedades volvieran a afectarme.

Llegamos a la carretera. Yo vomité y ya repuesta caminamos. Con el mareo ni cuenta me di cuando se me cayeron los zapatos y ahora los echaba de menos con lo caliente que estaba el asfalto.

Andrés se quitó los suyos y me los ofreció pero se me salían a cada rato; luego me brindó sus calcetines y estos sí me sirvieron. Para entonces la gente desde sus vehículos volteaban a vernos, es que dos niños con ropas que apenas les quedan terminan siempre por llamar la atención. Por eso en cuanto vimos un mercado fuimos y compramos ropa a nuestra medida.

— ¡Mira esto! Un vestido con delantal, mi mamá nunca me quiso comprar uno porque dijo que parecía uniforme de sirvienta. Voy a llevarme dos.

Ya cambiados de ropa buscamos donde comer porque sí que teníamos hambre. Como soy vegetariana fue un alivio encontrar un restaurante de comida china. La mesera nos dio la carta y pedimos.

— Buenas “taldes” ¿Qué desean “pedil” los jóvenes?

— Un Chop Suey de Soya por favor.

— Unos chilaquiles en salsa verde.

— Andrés aquí solo sirven comida china.

— No “señolita”—Aclaró la mesera –Aquí “selvimos” de todo ¿Qué gustan “tomal”?

— Pues yo un agua mineral.

— Y yo una cerveza bien fría.

Esta vez sí se extraño la mesera.

— No le haga caso, tráigale un refresco de cola.

Nos sirvieron los platillos y Andrés al probar el suyo se agitó.

— ¡Hay canijo chile está re picoso! ¡Jamás había probado algo así y soy bueno para el picante!

— Mmm. Es como mi reacción con el cigarro. —Alguien volteó y mejor hablé más bajo –Parece que estos cuerpos que tenemos reaccionan como si fueran nuevos, como si no hubieran todavía asimilado agentes agresivos como el tabaco o el picante.

Con todo y que sufrió con la comida se la acabó. Luego tomo una servilleta y mostrando destreza en origami hizo una linda flor que me colocó en el cabello. Yo pidiendo permiso para usar un juego de té que estaba en exhibición realice toda una ceremonia y hasta rece unos cánticos que me sabía de memoria pues los tenía enmarcados en el departamento.

Andrés quiso imitarme. — No, cada quien le reza a su creencia y en su modo; así que tú hazlo a Jesús o a La virgen en católico mientras yo lo hago a Buda.

— Está bien, Santa María madre de Dios…

— “Señolita”—Intervino la mesera –La felicito “pol” cuanto sabe “pelo” la “celemonia” que ha hecho con tazas chinas es japonesa y tampoco es budista sino sintoísta.

— Este ji, ya lo sabía solo estamos jugando.

Salimos del restaurante y Andrés estaba callado. Ya habíamos quedado que tomaríamos un micro para ir al sur de la ciudad pues no podíamos confiar en taxistas con nuestra apariencia infantil. El autobús estaba lleno por lo que nos fuimos parados.

— Esto se mueve mucho y los tubos no son suficientes para detenernos. En una de esas nos va a aplastar la gente. Debería el chofer cerrar la puerta porque igual nos salimos.

— ¡Pues siento que no estés en tu limosina!—Dijo muy enojado Andrés.

— ¿Y ahora que mosco te pico?

— ¡Es que ya me empieza a caer gordo que presumas tanto!

— ¿A qué te refieres?

— ¡Como tu ceremonia del té, sabías que no era china pero para que todos sepan lo sabihonda que eres la haces de todos modos!

— ¡Pues tú origami…!

— ¿Mi qué?

— ¡La flor que hiciste con el papel, eso tampoco es chino, también es japonés así que tú empezaste con las presunciones descontextualizadas!

— ¡Pero yo no sabía que el “minimagui” no fuera chino! ¡Tú en cambio sí sabías lo del té y todavía lo hiciste! ¡Tú estás como el mago ese que lo metían encadenado a una pecerota atiborrada de agua…!

— Houdini.

— Salud. ¡Te decía que ya pareces el mago ese que se salía del agua antes de que recorrieran las cortinas para darse un remojón antes de aparecer frente al público para que se creyera que pudo salir hasta el último segundo y fuese más emocionante! ¡O sea algo ya de por sí meritorio lo hacía más grande! ¡Así tú que eres lista nadie lo niega pero tienes que inventar que sabes hasta cosas de China nada más para que parezca que tu inteligencia no tiene límites!

— ¡Ya es mucha alharaca por una ceremonia del té! ¡Agradece que te di un poco de cultura!

— ¡Pues yo no tendré cultura pero fui mejor educado que tú! ¡Sí aunque te rías! ¡Sí, tú tuviste maestros que te enseñaron hasta cuando fue el hombre a la Luna pero nadie te dio clases de humildad porque esas te las da la vida con cada descalabro! ¡Tú no has sufrido realmente! ¿Qué en tu trabajo no te valoran? ¡Es que no sabes lo que es partirse el lomo, que todavía te paguen lo que se les da en gana y que aún así te vean como un limosnero! ¡No señorita Donovan a ti tus papás te dieron todo y todavía presumes de que lo que tienes lo has conseguido tú misma! ¡Si tú no eres más que una niña malcriada!

— ¡Tenía que ser! ¡Como se te acabaron los argumentos ahora empiezas con eufemismos!

— ¡Ningunos “feminismos” son puras verdades!

— ¡Pues ahora es mi turno de decir verdades! ¡La “neta” como dicen ustedes! ¡Andrés Medina! ¡Esa humildad de la que tanto te precias y que a mí me niegas no es más que un vano artificio de compensación para tu baja autoestima! ¡Eso en realidad es ser pasivo ante la adversidad favoreciendo el menosprecio a uno, incluso el de uno hacía sí mismo! ¡Así que yo te agradezco que me excluyas de ser parte de eso! ¡Para que te lo sepas la verdadera humildad es reconocer tus limitaciones pero no para quedarte con éstas sino para superarlas!

— ¡Mira nada más, pues sí que sabes hartas cosas! ¡Pero a ver dime! ¿De que te sirve conocer todo eso si no lo aplicas? ¡Solo te adornas! ¡Dices que sigues las enseñanzas del Sacamonos de que para no sufrir no debes desear y sin embargo tienes tus vicios como el cigarro! ¡Ah pero que es porque eres “compositiva” y quieres ser “reproductiva” pues entonces cásate y cría chamacos entonces sí serás bien “requeterreproductiva”! ¡Y pues tú solita te haces tonta porque como te digo sabes esto y lo otro pero no lo sigues! ¡Yo por lo menos no sé nada de esas cosas!

— ¡Brillante excusa!

— ¡Pues sí y así soy feliz!Guardamos silencio y vimos que algunas personas nos habían estado observando, en cuanto notaron que ya no decíamos nada voltearon a otro lado o se bajaron apuradas quizá porque ya se habían pasado de su lugar de descenso.

Friday, March 07, 2008

Acotación

Para aclarar que este material, la novela de Los Pequeños Contactos ya había sido subido a Internet y aquí lo estoy posteando integramente como lo he hecho con otros trabajos míos, en la actualidad trabajo en una nueva versión que espero ahora sí sea la definitiva.

También advierto que la versión aqui posteada quedará inconclusa. Pero todavía no así que luego postearé más capítulos.

Pedro.

Thursday, March 06, 2008

Capítulo VII

Daniela:

Desperté y tenía la cara pegada al vidrio de la puerta del taxi. Estábamos ladeados, como que a una llanta la levantaba algo y yo estaba junto a la puerta opuesta a donde me había sentado al abordar el vehículo, bueno también estaba en la parte levantada lo que me hizo imaginar que el auto dio varías volteretas y en una de esas me moví de lugar y contra la gravedad, así ha de haber estado de fuerte el zangoloteo.

Debía pues agradecer no haber resultado con golpes.Pero también todo se veía más grande incluso mi ropa. Mis pies se me salían con facilidad de los zapatos y al agarrar el calzado éste se veía enorme en comparación con mis manos. ¡Yo era la que me había hecho más chica!

Busqué un espejo, con más calma habría notado mi bolso en el piso del auto, en cambio vi a un niño durmiendo en el lugar del conductor, él también tenía puesta ropa más grande. El caso es que pase por encima del pobre muchacho para verme en el retrovisor.

Cuando me vi no lo podía creer. Grité horrorizada y desperté al niño. Éste somnoliento me miro y yo retrocedí arrinconándome junto a la puerta del auto. Buscaba como abrir y solo encontré los botones de la ventanilla la que baje para salir por ahí.

El lugar donde estábamos era terreno desnivelado como pensé. Sin embargo el coche se encontraba en perfectas condiciones, sí, el frente estaba destrozado tras golpear el muro de contención, pero ni señas de haber caído ahí y haber dado las mil volteretas que supuse.

Se escuchó el grito del niño. Éste salió por la otra puerta. Se veía como que estaba a punto de desmayarse, igual que yo, en una de esas me miró. Estábamos un tanto separados uno del otro, pero la necesidad de vernos una vez más en el espejo fue lo que nos hizo encontrarnos.

— ¿Tú eres el chofer?

— ¿Y tú eres la señorita güera?

Nos vimos por fin en el retrovisor. ¡Era increíble! Tenía yo la apariencia de una niña de 10 años, hasta el pelo largo que de grande me corte para verme más profesional ahí estaba. Él se veía como de 11.

Me senté en el pasto con la vista perdida, él hizo lo mismo pues sentí su espalda junto a la mía.

Wednesday, March 05, 2008

Capítulo VI

Daniela:

Había una luz. Mientras me acostumbraba a verla fui notando su forma redonda como de plato y finalmente me di cuenta que era una lámpara en el techo. Estaba yo vestida con una de esas batas de hospital. Junto estaban mis padres.

— Daniela –Dijo mi madre — ¡Es por tu bien créenos!

— ¡No me dejen aquí por favor! — Pero mi suplica fue inútil tras ellos venía ese doctor calvo con lentes y muchas jeringas.

Hasta aquí el sueño es fiel al recuerdo de ese maldito día; lo que sigue, como si no fuera ya bastante pesadilla, son cosas que se han ido agregando durante los últimos diez años. Así esta vez me vi ahogándome en una especie de líquido ámbar mientras cientos de garras monstruosas me hacían daño.

Tuesday, March 04, 2008

Capítulo V

Andrés:

Íbamos por un camino solitario, la señorita dormía y yo mantenía mis ojos firmes en la carretera. De pronto una luz nos iluminó desde arriba, hasta me despertó a la güerita. La fuente de esa luz no podía verse pues se segaba uno. Lo extraño es que parecía que nos seguía por lo que aprovechando que no había más vehículos viré.


— ¡Dios mío esa cosa nos sigue! — Exclamé.


— ¿Pero qué puede ser?


— ¡No sé, tal vez un helicóptero pero está volando muy cerca y eso es peligroso!


Sin embargo el objeto se puso arriba y enfrente de nosotros. De nuevo le di toda la vuelta al volante y emprendí la huída pero el espejo me reveló que el objeto era una gran maquina suspendida en el cielo, con un agujerote en el centro de donde venía el haz que habíamos visto. Acelerando lo más que podía pero encandilado no pude evitar ir contra el muro de contención y salirnos al precipicio.

Monday, March 03, 2008

Capítulo IV

Andres:


Iba en mi taxi ya de regreso al DF cuando frente a mí apareció una mujer de esas que solo salen en las revistas o en la tele. Paré de volada y al ver que era una güera me dije: “A esta gringuita le hecho un piropo al fin que no me va a entender”.





— ¡Dios, si esto es Reforma ya…!





— ¡No, no es Reforma pero ya que menciona el DF lléveme a allá!





— Perdone señorita yo creí que era turista americana.





— Olvidado está. Ahora sí ¿Cuanto por ir al DF?





— Es que verá usted no me encuentro en servicio.





— Le doy cuatro mil pesos.





— ¡Cuatro mil varos! ¡Oiga usted! ¿Qué derecho tiene usted de humillarme de ese modo? ¡Ya le dije que no estoy de servicio! ¡No crea que con su dinero puede conseguir todo lo que se le antoje!





— Perdone usted señor no lo quise ofender, es que se me descompuso el coche y estoy aquí varada…





— No diga más súbase.





— ¿No dijo que no estaba en servicio?





— No pues si no le voy a cobrar, la llevo gratis para no dejarla desamparada como deber de buen cristiano con sus semejantes.





— Gracias señor es usted muy amable, solo que no soy cristiana, soy budista.





— Nada le hace.





Nos pusimos en marcha. La muchacha se sentó atrás con su carita de ángel. Yo fijé la vista en el camino.





— ¿Señor no le molesta si fumo?





— Pues no pero usted dijo que era budista y por lo que yo entiendo de esa gente tienen que cuidar mucho su salud.





— Es que no soy muy ortodoxa, lo que en sí trato de seguir del Sakiamuni es el precepto: “El deseo es la causa del dolor, para eliminar el dolor hay que deshacerse del deseo”.





— Oiga ¿Y fumar no sería un deseo?





— Ciertamente… es que por otro lado soy compulsiva y necesito estar haciendo algo, por lo regular lo canalizo en cosas productivas pero esta vez no se me ocurre nada.





— No se apure, todos tenemos algún vicio, yo por ejemplo bebo cerveza cuando estoy con los amigos, y a veces saco una botellita de tequila que tengo por ahí guardada y me echo un par de tragos mientras me acuerdo de cosas.





— Tal parece que todos tenemos problemas.





— ¿A poco usted también?





— Sí, en el trabajo no valoran mi esfuerzo.





— Es que yo pensé que usted sería de familia rica.





— Mis padres tienen dinero pero es de ellos, yo me independicé.





— ¿Y en qué trabaja oiga?





— Soy ingeniera industrial.





— Mire nomás eso se oye como algo de mucha ciencia.





— Bueno la profesión requiere del conocimiento científico pero la ingeniera es más un arte.





— Pero dígame. ¿A poco no es gracias a sus papás ricos que usted está capacitada en eso?





— Bueno sí les debo a mis padres que me hayan dado educación, que además de la escuela tuviera profesor de piano y de baile, pero yo me esmeré en aprovechar ese estudio; y sí me gusta estudiar, todavía hoy practico yoga y artes marciales.





— ¿Y no le parece que ya es mucha estudiada?





— No, el filosofo Confucio dice que nuestra meta en la vida es el conocimiento.





— ¡Ah vamos! Así que usted resultó ser científica, artista, deportista, filosofa y hasta mística, por lo que dijo del “Sacamonos”! ¡Se me hace que usted es como Sor Juana Inés De La Cruz!





— ¿Conoce a la Décima Musa?





— ¿Pues sepa quién será esa? Yo decía Sor Juana, la que sale retratada en los billetes, pues de niño allá en las selvas de Chiapas los arqueólogos me platicaban cosas y entre estas pláticas mencionaron a esta señora cuyo verdadero nombre era Juana de Asba, Asba…





— Asbaje.— Ese mero era su nombre, pues que era una lumbrera, sabía tanto y tenía tal talento para la escribida que los hombres ilustres de su tiempo le tuvieron envidia y le pusieron zancadillas para que no destacaran sus obras, pero la mujer con harto valor además de toda esa inteligencia que tenía no se dejo amedrentar y salió a flote a pesar de todo.





— Pues me halaga con esa comparación, de hecho ha sido lo mejor que me han dicho, colocarme en el lugar de tan excelsa figura, muchas gracias.





— No pues si usted se merece todo el éxito del mundo, tiene mucho para lograrlo, deje los problemas para uno, sin preparación, uno es como el arbolito que nace en el desierto, esperanzado a que un día llueva mientras poco a poco se va secando.





Dicho esto me mordí los labios pues estaba a punto de lanzar un suspiro, si de por sí se me había quebrado la voz y como que me daba pena frente a una dama. Para entonces la carita de la señorita estaba iluminada como virgen con veladora y se acercó a decirme.





— ¿Decía usted algo de que estuvo en las selvas de Chiapas? Eso suena muy excitante.





¡Excitante! ¡Sí así dijo! ¡Válgame Dios! Bueno ya sé que esa palabra tiene sus “asegunes”, tampoco soy tan menso como para creer que me estuviera diciendo: “Vente pa’ acá papacito”. Es más ella misma se dio cuenta de que lo que había dicho podría tomarse por otro lado pues hasta se puso roja roja lo que la hizo verse más chula. Pero aunque no me lo creí como que de todos modos sí le dio color a mi ánimo y el motor interno de este chofer se aceleró al máximo.





— ¡Ah sí! ¡Jiji! Verá usted señorita, mi familia se ha caracterizado por andar viaje y viaje, dice mi papá que es bueno conocer todo tipo de lugares y de gente, entonces donde pasamos mucho tiempo fue en Chiapas, mi papá componía los jeeps de los arqueólogos y luego se lo llevaban para que les ayudara con esos vehículos y otros artefactos, mi mamá iba también primero para prepararle sus lonches a mi jefe y luego para todo el grupo; como no había con quien dejarme me llevaban, no adentro de la selva aunque ya un poco mayor me les pegué en sus incursiones. Me gustaba eso de acampar y a los 16 años me interné yo solito, claro que eso me mereció una paliza tremenda de la que todavía me acuerdo, pero fue una gran experiencia con todo y la paliza que le digo y que la mayor parte del camino era abrirse paso entre la maleza y andar subiendo y bajando en el camino disparejo, pero tuve mi recompensa cuando llegué a ese claro sobre la colina, desde donde se veían las cascadas blancas blancas de pura espuma, el cielo súper claro y de noche mas estrellas que en ninguna otra parte, hasta una lunota “asinota” verdad de Dios.





La señorita entre cerró sus ojitos color de cielo, parece que mi relato le dio sueño. Era pues hora que me callara el hocico y la dejara descansar. “Hay Andrés que cosas pasan por tu cabeza” me decía y es que verdad buena que con una mujer así yo sería feliz el resto de mis días. ¡Ah como si de veras me pudiera querer! ¡Pero a qué sueños tan babosos!

Sunday, March 02, 2008

Capítulo III

Daniela:

Lo pensé detenidamente entonces, lo pensé en el camino al aeropuerto, de regreso al departamento; mientras desayunaba, cuando revisaba unos planos. Pero esa tarde conducía rumbo a Cuernavaca.



Es que se trataba del profesor Reina, la persona más apreciada para mí y el único hombre en quien podía depositar toda mi confianza.Esperaba que su emergencia no fuera tan grave, por su bien más que nada, pero también quería contarle todo lo que me había pasado hasta entonces. Como el rechazo que tuvo mi proyecto en la empresa, les pareció que la idea de los hiper sensores era solo ciencia ficción; ignoraron las posibilidades facilitadas por los superconductores que se están desarrollando y menospreciaron las aplicaciones que pueden darse por ejemplo en la medicina al obtener información de los pacientes que de otro modo es inaccesible, y todavía me recordaron que estamos en México y que aquí no se hacen ese tipo de innovaciones, que mejor se compran las patentes.



Peor fue cuando mis padres se enteraron de mi “derrumbe” como calificaron esta situación. ¿Cómo no se iban a enterar si tienen espías en la compañía? Ah pero según que son conocidos de ellos, sí pero empezaron a tratarse a raíz de que yo entré a trabajar ahí.



Es que si mis jefes en la empresa no creen en mí mis padres menos, para colmo hasta parece que cada predicción negativa de mis progenitores con respecto a mí es una profecía que por desgracia se cumple.



De por si sí me afectó mucho esta desestimación a lo que tanto trabajo me costó concebir; pero como dice Sun Tzu: “Si eres débil muéstrate fuerte” Por eso ni Raquel sabe como me he sentido respecto a eso.



Como tampoco sabe lo que realmente padecí con Roberto, claro no fue toda culpa suya, en estas relaciones tarde o temprano ocurren desavenencias, pero con él constaté lo que desde mi adolescencia venía experimentando con los romances: siempre me deprimen hasta el grado de querer morir y adiós la templanza conseguida por los años. Definitivamente algunas personas no nacemos para amar y por eso tenemos que realizarnos de alguna otra forma.



Había llegado a la colonia que el mensaje indicaba, estaba oscureciendo y las calles estaban vacías; noté que casi eran puras casas de alquiler. Llegué al número y leí la placa que decía: “Profesor Jeremías Reina, psicólogo”. Entonces toque. Seguí tocando. Dos horas después era obvio que no abriría.



La primer decepción que el profesor me daba. Como me advirtió Raquel. Ahora un gran pilar se me había cuarteado. Pero los malos acontecimientos apenas empezaban ya que no arranco el auto. Recordé que entrando en la colonia había visto un taller.



Fui a ver y le toqué. Un hombre salió por fin.



— ¿Qué se le ofrece señorita?



—Quise decirle: “Nada, estoy aplanando la cortina de su negocio” sin embargo me contuve.



— Es mi auto que no arranca.



Fuimos con la grúa a donde había dejado el coche. Luego de revisarlo dijo:



— Me temo que hasta mañana podré hacerle una revisión a fondo para saber lo que tiene.



— ¿Y mientras yo que hago si ya se hizo oscuro?



— Vaya a la posada.



Y fui pero la encontré cerrada con un letrero de clausura. Estaba sola y muy lejos de casa. Entonces saque el celular. Solo que ¿A quién le hablaba? Raquel estaba en Francia y mis papás aprovecharían esta situación para hacerme sentir una inútil.



¡Muéstrate fuerte Daniela! Me decía. Guarde mi celular y me senté en una banqueta. De pronto vi una luz pasar sobre mí. Volteé y vi que un auto venía colina arriba. Sin pensarlo mucho subí hasta ponerme enfrente del que resultó ser un taxi.

Saturday, March 01, 2008

Capítulo II

Raquel:

Daniela se había quedado muy pensativa al ver su celular y pues pensé que solo podía tratarse de alguien. Pese a lo apurada que estaba me acerqué y le pregunté.



— ¿Es Roberto verdad?



— Hay chiquita si fueras adivina te morías de hambre. No es de Roberto el mensaje. ¡Y no vuelvas a mencionarme a ese cretino! Es del profesor Reina Ya te he contado de él.



— ¡Ah sí! El psicólogo que te ayudó a superar tus miedos, lo último que me platicaste fue que lo viste hace dos semanas en el evento en el que yo estaba trabajando, ese donde me puse leotardo y una escafandra.



— Y te veías muy mona.



— Y me valió pues ahí me contrataron para ir a Francia gracias a que a mis jefes les resulte parecida a Lorena Velásquez, esa actriz del cine mexicano fantástico que es un icono allá.



— Sí esa vez fui a buscarte para comer pero dijiste que todavía estarías ocupada un rato y yo mientras recorrí el lugar; así vi que uno de los que presentaban su libro era ni más ni menos que el profesor Reina y fui a saludarlo en su stand. Fue un momento de lo más emotivo.



— Sí cuéntame otra vez.



— Se sorprendió al ver que la niña que había dejado de ver ahora era una mujer, por su parte él tenía ya más anchura en su complexión, pequeñas arrugas en su cara y canas en su cabellera y barba, sí habían dejado algo esos diez años pero seguía irradiando ese aire de sabiduría y mostrando esa sonrisa que inspira ánimo así estés de lo más decaída.



— Así como lo describes me dan unas ganas enormes de conocerlo.



— Bueno pues nos abrazamos y le di un beso en la mejilla, lastima que no pudo acceder a comer con nosotras pues dijo estar muy ocupado; pero le di mi número de celular y bueno pues parece que me acaba de mandar un mensaje, que es importante que lo vaya a ver en su casa de Cuernavaca.



— ¡Pero no vas a ir! ¿O sí?



— Es que es el profesor Reina.



— Si pero es un extraño.



— No, no es un extraño, lo conozco desde niña.



— Pero ni que fuera un familiar.



— Ya sabes que no me llevo bien con mis padres y el profesor es como lo que hubiera sido un mejor padre.



— A ver a ver dime ¿Ese profesor Reina está casado?



— No que yo sepa.



— ¿Y profesor de qué es?



— De psicología me imagino.



— ¿Qué iba a hacer a tu casa?



— Pues al principio oí decir que era socio de mi padre y después que representaba a uno de los centros de asistencia que mi familia mantiene a base de donativos.



— ¿Pero por qué iba tan seguido a tu casa? ¿No podría ser que lo haya contratado tu papá para que viera tus problemas psicológicos?



— Tal vez, pero eso no demerita en nada el bien que me hizo.



— Déjame te cuento algo; cuando mi abuelito murió yo lloré mucho y creo que no sentiré tanto la perdida de mi papá o de mi mamá cuando Dios guarde la hora y se vayan también. Ya te he contado lo histéricos que son y tal vez mi abuelo haya sido peor pero conmigo siempre presento una linda cara. Hice una pausa en lo que escogí un vestido para ponerme. Luego proseguí.



— Daniela tú no quieres sufrir más decepciones y solo correspondes a los que sin ninguna obligación crees que te han querido, y como a tus padres les guardas rencor porque sientes que te tuvieron abandonada cuando debieron estar contigo, pues mejor aprecias acciones como las de tus sirvientes que no tenían porque quererte y de alguna manera lo hicieron.



Daniela solo se había puesto un saco, yo en cambio tuve que vestirme y maquillarme lo que me dio tiempo para hablar y decir todo aquello.



— Lo mismo pasa con el profesor, en verdad no lo conoces pero te ayudó cuando te hacía falta alguien, no tenía ningún tipo de obligación hacía ti y por eso lo cubres con un aura de nobleza infinita como a tus sirvientes, incluso lo elevas a la categoría de un mejor padre descalificando al verdadero. Pero ahora en esta petición tan extraña como la que te hace existe el riesgo de que ahora no solo te decepcione sino que Dios no lo quiera pase algo peor, si solo lo piensas bien verás que así es.



Nos dirigimos al estacionamiento y antes de arrancar el coche no pude contenerme y le pregunté sobre el otro asunto que me interesaba.



— ¿Y de verdad no vas a darle otra oportunidad a Roberto?