Sunday, November 12, 2006

CUANDO SE PATEA AL MUERTO

Iniciando con esta serie de desvarios en torno a las fuentes de inspiración de un servidor les comparto cuando participé en la dinámica de Visiones Navidad entonces se me pidió una historia deprimente y a mi mente llegaron como soplo de las musas un comentario radiofónico y dos libros.

El comentario fue sobre la situación patológica denominada Patear El Muerto: tal acción extrema a la que un pobre desequilibrado puede llegar parte de una situación muy común, la dependencia afectiva, es pues que alguien este unida a otra persona de una forma inmadura, tan así que a veces se sienta afectado, menos preciado y hasta traicionado si la persona a quien dice tenerle todo el amor del mundo no responde a sus expectativas de satisfacer sus necesidades como ser incapaz de enfrentar el mundo; el extremo de tal dependencia es cuando la persona de la que el otro sujeto depende no solo no quiere acceder a sus demandas sino que no puede o es imposible como cuando este ser requerido ha muerto, pues ya no podrá solo actuar a su conveniencia sino que al no existir no podrá tampoco culparlo de sus problemas, por eso lo de patea su cadáver porque se atrevió a morirse dejándolo tan inútil como siempre lo ha sido pero ahora sólo.

Siguiendo con la descripción de las fuentes de inspiración que las musas tuvieron a bien regalarme hablaré ahora de los libros y estos fueron Podemos Construirle de Philip K. Dick y El Llano En Llamas de Juan Rulfo,

Podemos construirle narra como una compañía da un giro en la fabricación de aparatos electrónicos, teclados principalmente, para entrar a la robótica, al diseño y manufactura de androides. En este escenario el protagonista un ejecutivo de la empresa y la hija del dueño tienen una relación curiosa, ella se convierte en contraria a los intereses de éste e incluso a los de su padre al aliarse con el enemigo, un dueño de un monopolio que se roba el proyecto de los androides; sin embargo esta mujer cambia constantemente de enemiga a indefensa criatura que busca la protección del protagonista quien no puede negarse a ser ese hombro sobre el que ella llora aunque después vuelva a su actitud malsana en algo que termina siendo un juego perverso. El hombre para curar el estado depresivo que le causa la extraña actitud de ella va a ver a un psiquiatra que le advierte de el magna mather, es decir la adoración de la figura femenina al grado de la divinización; la terapia recomendada en una clínica es la de entrar a una realidad virtual y ahí enfrentar una representación de la chica hasta mejorar sus relaciones, así nuestro amigo se somete a este procedimiento donde ve con toda claridad a la chica que ha llegado a idolatrar y con ella tiene conversaciones que van desde la discusión violenta hasta la platica calmada; hasta ahí todo está bien hasta que el protagonista ve a la chica en la clínica, resulta pues que no era realidad virtual sino que realmente estuvo con ella y que de verdad mejoraron sus relaciones, por ello y porque están en la clínica por su voluntad es que él sugiere que salgan y vivan juntos, ella acepta y él arregla su salida pero entonces ella se niega a irse con él pues no se siente bien todavía. Fin.

De El Llano En Llamas antes que su contenido tengo bien fijo en la mente el prólogo que El fondo De Cultura Económica adjunto en la edición de bolsillo, ahí decía que los cuentos parecían diálogos que alguien estuviera condenado a repetir, a lo que agregaría que muchas veces más que diálogos parecen monólogos pues luego no hay la tan esperada respuesta. De entre estos cuentos destacan por su intensidad el de ¡Diles Que No Me Maten! y ¿No Oyes Ladrar Los Perros! El primero es De un hombre que cuenta porque se aferra tanto a la vida no tanto como instinto natural sino como último valor entre sus incontables miserias y el diálogo final acerca de los agujeros por tantos tiros de gracia que le dieron recalca hasta que grado en verdad quería seguir viviendo. El segundo es de un hombre que recoge a un hijo malherido por sus malos pasos y mientras lo lleva al pueblo le reprocha la decepción que le causa y es ese constante ¿No oyes ladrar los perros? La información que el padre necesita para saber si el pueblo ya está cerca como el pecho del joven le tapa las orejas espera que él si oiga, solo para que al bajarlo y oír que sí ladran los animales tener entonces una decepción más.

Estos son pues los ingredientes que tuve a disposición para crear la historia: la acción de patear al muerto no en toda su crudeza sino desmenuzada la información que da a lugar a tal hecho, la dependencia afectiva; podemos construirle de donde extraemos la relación de los protagonistas, el juego perverso y la divinización de la figura femenina, pero situada en un contexto más común; el llano en llamas de donde sacamos la estructura de diálogo-monologo que al final pondera los elementos expuestos al llevarlos a su extremo, o sea las razones por las que se patea al muerto nos llevan a eso a patear al muerto aunque no sea en todo su sentido literal.

De ahí que se me ocurre la historia de un hombre engañado cuya mujer adultera se encuentra grave en el hospital y es ahí donde él le recrimina su traición a la vez que confiesa cuanto la ha idolatrado; en este punto quise hacer una oda romántica pero enfermiza solo que no cuajó, tuve que usar del cliché de que todo mundo sabía de las andanzas de la adultera menos el marido para derivarlos del acto de idolatría y solo la frase donde él menciona que el cariño mostrado por ella fue “la mentira perfecta” es la que siento mejor lograda y de hecho me gusta bastante.

Fue necesario también dar un poco de esperanza, como en los olvidados donde parece que el niño en el reformatorio es por fin comprendido y al final el destino le da un tremendo revés, en este caso dar la apariencia que hay la oportunidad de arrepentimiento del hombre por las crueles verdades vertidas pero el final recalca que por el contrario lo que el protagonista siente es no haber sido escuchado y por tanto sus palabras no haber tenido efecto en la recriminada.

Finalmente el nombre Demasiado Tarde es algo que se entiende desde el principio que ya es demasiado tarde para todo pero no se dice específicamente para qué hasta el último diálogo.

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