Monday, June 04, 2007

Lo ví en Ripley

No había necesidad de tocar la puerta porque no había quien le abriera pero tampoco quien se la cerrara; un teatro, un escenario, todo para ella sola. Esa era la magia de aquel lugar y pudo haber seguido su camino pero atrapada por el encanto que percibió al ver ese teatro ahí en medio de ese pueblo fantasma se quedó para ser su única habitante.

Que no hubiera espectadores tampoco importó, día tras día montó su espectáculo que realizo con esmero pese a no tener aplausos; paso el tiempo, días, meses, años y algunos que igual por casualidad llegaron al lugar pronto notaron el show que se realizaba en el edificio destartalado; de ese modo llegaron a haber espectadores ocasionales que no pudieron menos que emitir un aplauso que se perdía en el vacío lugar.

Más un día la dama termina su actuación y entonces un estruendoso aplauso cimbra las maderas podridas, cientos de espectadores se ponen de pie celebrando a la gran estrella.

Pedro.

2 comments:

Arkbeth said...

Surrealista. :o

Pedro_Mejía said...

Pues supuestamente es real, es uno de esos reportajes que salían en el programa de Jack Palance; ya ves que según nunca le han probado la menor inexactitud a Ripley (aunque incongruencias en el mismo material a veces sí hay) pero éste en especial me ha maravillado tanto que bueno luego de leer por ahí que ¿Por qué hemos de contar historias? La respuesta a ello mutó en este cuentecito y es que contamos historias porque vemos algo especial en ellas.

Pedro.